51ª CARTA: HUMANISMO Y CONFRONTACIÓN IDEOLÓGICA (Y 6). EL ABORTO

51ª CARTA: HUMANISMO Y CONFRONTACIÓN IDEOLÓGICA (Y 6). EL ABORTO

Querido amigo:

No quisiera terminar el grupo de cartas sobre la confrontación ideológica sin referirme al aborto.

En muy probable que cuando en los siglos futuros se enjuicie a los siglos XX y XXI, como ahora lo hacemos sobre el siglo XIV o el XVII o el XIX, alabarán los grandes progresos de la técnica y la informática, deplorarán los escasos progresos morales y emitirán el juicio más negativo que quepa imaginar por haber consentido sin poner remedio a los dos grandes problemas de aquellos tiempos (los nuestros): el hambre de África y el aborto.

No hay estadísticas oficiales porque no se atreven a publicarlas, las que se filtran en relación con los abortos practicados en clínicas autorizadas (es decir, sin incluir los abortos clandestinos), arrojan una cifra de 115.812 abortos en 2008. Esta cifra será muy superior con la nueva Ley sobre el aborto libre. En cualquier caso aquella cifra supone ¡¡¡317 abortos diarios!!! incluidos sábados y domingos, es decir, 13,5 abortos a la hora. Si no te estremecen estas cifras no merece la pena que sigas leyendo esta carta, porque las cifran son tan escalofriantes que necesariamente tienen que hacernos meditar.

¿Cuál es la situación en España?

Existía una Ley de 1983 que consideraba el aborto un delito salvo que se diesen tres supuestos de despenalización: peligro para la salud de la madre, embarazo consecuencia de violación, graves anomalías en el feto.

Esta Ley fue recurrida ante el Tribunal Constitucional que dictó una de las más vergonzosas sentencias de su jurisprudencia. Después de proclamar enfáticamente el derecho a la vida, sostuvo que cuando se enfrenta el derecho a la vida del nasciturus con los derechos de la madre (salud, violación, anomalías), deben prevalecer estos sobre aquel. Introdujo unas garantías para comprobar que se cumplían los requisitos de cada uno los supuestos de despenalización, pero esta doctrina fue un rotundo fracaso como lo demuestra que en el 97% del número abortos que te he dado para 2008 de 115.812 abortos, la justificación del aborto fue la genérica de “salud de la madre”, a base de certificados impresos en los que solo había que rellenar el nombre. En término coloquiales, pero no por ello menos criticable, podríamos decir que la Ley de 1983 “fue un coladero”.

Pero ahora se ha aprobado una nueva Ley, en 2010. Es uno de los logros “progresistas” del Gobierno de Zapatero, pero que no tuvo la valentía de incluirlo en su programa electoral. En ella, lejos de corregir las graves deficiencias de la Ley anterior, prescinde totalmente de ella, y de la doctrina del Tribunal Constitucional y declara el aborto libre.

Si, así es, querido amigo, no te extrañe esta afirmación, aunque como es lógico han querido disimularlo (manipulación del lenguaje).

Según la nueva Ley, hasta los 3 meses y ½ del embarazo el aborto es totalmente libre sin necesidad de indicación alguna. Esto ya supone por sí solo la libertad del aborto, pues que quiera tomar esta decisión lo hará en este plazo. Luego para disimular un poco se dice que hasta los 5 meses y ½ del embarazo se puede abortar alegando razones de salud física, psíquica y social (¡¡¡) de la madre; y hasta los 9 meses se puede abortar alegando graves anomalías en el feto. Dada la experiencia en la aplicación de la Ley de 1983, está claro que con la nueva se podrá abortar los 9 meses de embarazo, siendo indiferentes las garantías que establece la Ley de “protección” al nasciturus, pues serán fácilmente soslayables.

El humanismo cristiano aporta una valoración moral del aborto. Ya la había  sintetizado en 1982 el Papa Juan Pablo II en uno de los discursos que pronunció con motivo de su visita a España, y que después ha repetido en innumerables ocasiones:

“…quien negara la defensa a la persona humana más inocente y débil, a la persona humana ya concebida, aunque todavía no nacida, cometería una gravísima violación del orden moral. ¡¡¡Nunca se puede legitimar la muerte de un inocente!!!”

 

El humanismo cristiano considera que el aborto no es un derecho humano de la mujer; que defender el derecho a la vida de los no nacidos (lo mismo ancianos o discapacitados) es una verdad moral que forma parte de los cimientos culturales de la democracia; que el aborto en una cuestión que se encuadra en el 5º mandamiento (no matarás) y no una admonición de castidad del 6º, es por ello una cuestión de justicia social y no de moral sexual; el reconocimiento del aborto por una ley, supone atribuir a la libertad humana un significado perverso: un poder absoluto sobre los demás; el aborto es contrario e incompatible con la democracia, pues implica un individualismo y subjetivismo fuera de control que erosiona la experiencia de solidaridad, elemento esencia del sistema.

La ideología de género, defensora del aborto, basada en la “teoría de la elección” viola la norma moral según la cual ningún ser humano puede ser utilizado o eliminado a conveniencia de otro.

Por último, existe un vínculo entre la solidaridad y la causa a favor de la vida, lo mismo que entre la búsqueda de la verdad contraria a la cultura de la mentira, y la defensa de la vida contraria a la cultura de la muerte. Este vínculo es la lucha por defender la dignidad humana y por comprender el verdadero significado de la libertad.

 

Fernando Díez Moreno
Vicepresidente de la Fundación Tomás Moro

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