Teoría y práctica del humanismo cristiano

 La Fundación Tomas Moro ha editado el libro “Teoría y práctica de humanismo cristiano”, de Fernando Díez Moreno, su Vicepresidente.

El libro está prologado por Federico Trillo-Figueroa, político y humanista, que destaca el carácter necesario e imprescindible de la publicación. Necesario porque no existe en la literatura cristiana una formulación de una teoría general del humanismo. E imprescindible para conocer lo que es en nuestro tiempo el humanismo cristiano.

En efecto, se formula una teoría general del humanismo. Para ello lo diferencia del cristianismo, pues este es una concepción del mundo y de la vida, una fe, una Iglesia, una moral. Pero al igual que existe un arte, una poesía, una arquitectura, una mística cristianas, existe también un humanismo cristiano.

El libro trata de desvirtuar la falacia de que el humanismo cristiano implica una contradicción en los términos: si eres humanista no puedes ser cristiano, y si eres cristiano no puedes ser humanista.

Parte para ello de una aproximación al concepto de humanismo que surge con el Renacimiento, pero rechazando que este humanismo sea profano y que la Edad Media fuesen siglos oscuros. Se detiene en los principales humanistas de aquella época, su vida y su obra: Petrarca, Salutati, Bruni, Bracciolini, Alberti, Bocaccio, los primos Lorenzo y Giorgio Valla, Nicolás de Cusa, Pico de la Mirandola, Ficino y Pompanazzi.

Para definir el humanismo cristiano se basa en la Constitución del Concilio Vaticano II “Gaudiúm et Spes”, que considera la carta magna del humanismo y que se encuentra plenamente vigente, a pesar del tiempo transcurrido. En la última parte del libro, y como Anejos, el comentario de esta Constitución lo completa con la primera Encíclica  programática del Pontificado de S. Juan Pablo II “Redemptor hominis”, al que considera el gran humanista del siglo XX.

Basa el humanismo cristiano en dos ejes: la persona y la comunidad. De la persona destaca su condición trascendente (único de los humanismos que lo defiende) y el ser creado a imagen de Dios, de donde se deriva su dignidad y de aquí su libertad y la titularidad de los derechos inherentes, es decir, los derechos naturales, ahora llamados fundamentales o humanos. Aborda el tema de la igualdad, los medios de la persona, las actitudes humanas, el sentido del esfuerzo, la intimidad, la esperanza, la amistad, el heroísmo, el compromiso, entre otros temas. En un amplio apartado se refiere a los derechos humanos. Trata también la cuestión de la persona del siglo XXI con todos los medios informáticos y electrónicos puestos a su disposición y si ello conlleva una modificación del concepto de persona tal como considera por el humanismo.

En relación con la comunidad distingue entre la comunidad política (los poderes públicos) y la comunidad social (la sociedad civil). Las relaciones entre ambas están marcadas por la necesidad de respetar los respectivos ámbitos de competencia. A la sociedad civil se le aplica el principio de convivencia. Se abordan así los fines del Estado, el bien común, la lucha por la igualdad, la redistribución, la patria, el Estado, el progreso, el desarrollo y la comunidad internacional, entre otros temas. En un amplio apartado se comentan las raíces cristianas de Europa.

Pero el autor no se queda en la teoría sino la aplica a los temas y problemas prácticos de nuestra época. Así se verá proyectado el humanismo cristiano a la vida pública, a las ideologías, a la condición, integridad y virtudes del gobernante,  a los derechos humanos, al nuevo orden mundial, a la ideología de género, a la confrontación ideológica de nuestros días, a la doctrina social de la Iglesia, al trabajo, a los derechos inherentes al trabajo, a la inmigración, a la familia, al matrimonio, a las clases medias, a la cultura, al laicismo, al relativismo, al sentido del más allá, a la prensa diaria, a la civilización del amor, también entre otros temas.

Para demostrar que el humanismo no es una mera teoría, los últimos Capítulos los dedica a señalar la vida y la obra de humanistas que han encarnado y puesto por obra dicha teoría. Se refiere así a los que denomina humanistas históricos como Santo Tomas Moro, Juan Luis Vives o Erasmo de Rotterdam. Y a humanistas de nuestro tiempo como Jacques Maritain, Cruz Martínez Esteruelas, el Cardenal Marcelo Gonzalez o el Papa San Juan Pablo II. Señala en cada uno de ellos su biografía, su pensamiento, sus obras más importantes y las razones que lleva al autor a considerarlos como humanistas cristianos.

El libro termina, como se anticipó, con una guía que facilitará al lector abordar la Constitución “Gaudium et Spes” y la Encíclica “Redemptor hominis”.

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