SÍNTESIS DE LA CONSTITUCIÓN PASTORAL “GAUDIUM ET SPES” SOBRE LA IGLESIA EN EL MUNDO ACTUAL

Se trata de una sintesis de la «Gaudium et Spes» elaborada por el Vicepresidente de la Fundación, Fernando Díez Moreno, para una conferencia impartida en el Monasterio de Silos el 10 de juio de 2014.

 

I). ANTECEDENTES.

En la elaboración y aprobación de la Constitución se siguió un proceso largo en el tiempo e intenso en las discusiones, cuyas etapas principales fueron las siguientes:

-Mayo 1963: 1ª redacción por la Comisión Mixta de la Fe y Costumbres y del Apostolado de los Seglares.

-Noviembre 1963: 2ª redacción por los peritos de Malinas

-Febrero 1964: 3ª redacción por la Subcomisión Central del Concilio

-Junio 1964: 4ª redacción que se reparte entre los Obispos

-Octubre-noviembre 1964: Discusión. 169 intervenciones más las observaciones escritas.

-Enero-abril 1965: Varias revisiones por una Comisión Mixta de 67 miembros

-2 de mayo 1965: nueva remisión a los Obispos

-Septiembre-octubre 1965: debate en las sesiones del Concilio

-7 de diciembre 1965: votación final: 2.309 a favor, 75 en contra, 10 votos nulos

 

II). VALORACIÓN GENERAL.

El 7 de diciembre de 1965, el Concilio Vaticano II aprobó la Constitución Pastoral “Gaudium et spes” sobre la Iglesia en el mundo actual que, no obstante los años transcurridos, sigue teniendo plena vigencia en nuestros días.

Constituye el documento básico del humanismo cristiano.

Su denominación deriva de las tres primeras palabras con las que comienza su texto: “los gozos y las esperanzas, las tristezas y las angustias de los hombres de nuestro tiempo…son a la vez gozos y esperanzas, tristezas y angustias de los discípulos de Cristo…”.

Está dirigido al género humano y no solo a los cristianos. La humanidad, admirada de sus avances técnicos y de su poder, sigue preguntándose de manera angustiosa sobre las cuestiones que tales avances y poder no han resuelto: hacia dónde va el mundo, que puesto y que misión tiene el hombre en el universo, cual sea el sentido del esfuerzo tanto individual como colectivo y cual sea el último destino de la humanidad.

El Concilio Vaticano II pretendió que la Iglesia dialogase con este mundo sobre estas cuestiones y transmitiese la respuesta que ella tiene, porque considera que es la persona la que hay que salvar y la sociedad humana la que hay que renovar. “Es, por consiguiente, el hombre, pero el hombre todo entero, cuerpo y alma, corazón y conciencia, inteligencia y voluntad, quien será el objeto central de las explicaciones que van a seguir”.

Si se quisiera profundizar en el texto, la Editorial BAC publicó en 1968 unos “Comentarios” a la constitución “Gaudium et Spes”, que contiene colaboraciones de diversos autores sobre cada uno de los apartados del documento.

Para una mayor facilidad del lector que quiera adentrarse en la lectura del documento, desarrollamos un índice, que no viene incluido en él, con indicación de los párrafos numerados que abarca cada epígrafe.

 

III). ÍNDICE.

Proemio

     1. Unión íntima de la Iglesia con la familia humana universal   

     2. Destinatarios de la palabra conciliar                                    

     3. Al servicio del hombre    

Exposición preliminar: situación del hombre en el mundo de hoy

      4. Esperanzas y temores    

      5. Cambios profundos    

 6. Cambios en el orden social

      7. Cambios psicológicos, morales y religiosos     

      8. Los desequilibrios del mundo moderno    

      9. Aspiraciones de la Humanidad    

     10. Los interrogantes más profundos del hombre   

 

Primera parte: la Iglesia y la vocación del  hombre

     11. Hay que responder a las mociones del Espíritu  

Capítulo I: La dignidad de la persona humana

      12. El hombre, imagen de Dios     

      13, El pecado   

      14. Constitución del hombre    

      15. Dignidad de la inteligencia, verdad y sabiduría  

      16. Dignidad de la conciencia moral     

      17. Grandeza de la libertad      

      18. El misterio de la muerte    

      19. Formas y raíces del ateísmo    

      20. El ateísmo sistemático    

      21. Actitud de la Iglesia ante el ateísmo   

      22. Cristo, el Hombre nuevo   

Capítulo II: La comunidad humana

      23. Propósito del Concilio     

      24. Índole comunitaria de la vocación humana según el plan de Dios   

      25. Interdependencia entre la persona humana y la sociedad    

      26. La promoción del bien común    

      27. El respeto a la persona humana    

      28. Respeto y amor a los adversarios   

      29. La igualdad esencial entre los hombres y la justicia social    

      30. Hay que superar la ética individualista   

      31. Responsabilidad y participación    

      32. El Verbo encarnado y la solidaridad humana    

Capítulo III: La actividad humana en el mundo

      33. Planteamiento del problema   

      34. Valor de la actividad humana     

      35. Ordenación de la actividad humana    

      36. La justa autonomía de la realidad terrena   

      37. Deformación de la actividad humana por el pecado    

      38. Perfección de la actividad humana en el misterio pascual     

      39. Tierra nueva y cielo nuevo    

Capítulo IV: Misión de la Iglesia en el mundo contemporáneo

      40. Relación mutua entre la Iglesia y el mundo     

      41. Ayuda que la Iglesia procura prestar a cada hombre   

      42. Ayuda que la Iglesia procura dar a la sociedad humana    

43. Ayuda que la Iglesia, a través de sus hijos, procura prestar al dinamismo           humano

      44. Ayuda que la Iglesia recibe del mundo moderno      

      45. Cristo, alfa y omega    

 

Segunda Parte: Algunos problemas más urgentes

      46. Introducción      

Capítulo I: Dignidad del matrimonio y de la familia

      47. El matrimonio y la familia en el mundo actual      

      48. El carácter sagrado del matrimonio y de la familia     

      49. Del amor conyugal        

      50. Fecundidad del matrimonio    

      51. El amor conyugal debe compaginarse con el respeto a la vida humana 

      52. El progreso del matrimonio y de la familia, obra de todos   

Capítulo II: El sano fomento del progreso cultural

      53. Introducción     

Sección I.- La situación de la cultura en el mundo actual

      54. Nuevos estilos de vida    

      55. El hombre, autor de la cultura

      56. Dificultades y tareas actuales en este campo

Sección 2.- Algunos principios para la sana promoción de la cultura

      57. La fe y la cultura

      58. Múltiples conexiones entre la buena nueva de Cristo y la cultura

      59. Hay que armonizar diferentes valores en el seno de las culturas

Sección 3.- Algunas obligaciones más urgentes de los cristianos respecto a la cultura

      60. El reconocimiento y ejercicio efectivo del derecho personal a la cultura

      61. La educación para la cultura íntegra del hombre                       

      62. Acuerdo entre la cultura humana y la educación cristiana

Capítulo III: La vida económico-social

      63.  Algunos aspectos de la vida económica

Sección I.- El desarrollo económico

      64. Ley fundamental del desarrollo: el servicio del hombre

      65. El desarrollo económico, bajo el control humano

      66. Han de eliminarse las enormes desigualdades económico-sociales

Sección 2.- Algunos principios reguladores del conjunto de la vida económico-social

      67.  Trabajo, condiciones de trabajo, descanso

      68. Participación en la empresa y en la organización general de la economía.

      Conflictos laborales                       

      69. Los bienes de la tierra están destinados a todos los hombres

      70. Inversiones y política monetaria

  71. Acceso a la propiedad y dominio de los bienesProblema de los    latifundios

      72. La actividad económico-social y el reino de Cristo

Capítulo IV: La vida en la comunidad política

      73. La vida pública en nuestros días

      74. Naturaleza y fin de la comunidad política

      75. Colaboración de todos en la vida pública

      76. La comunidad política y la Iglesia

Capítulo V: El fomento de la paz y la promoción de la comunidad de los pueblos

       77.  Introducción

      78. Naturaleza de la paz

Sección I.- Obligación de evitar la guerra

      79. Hay que frenar la crueldad de las guerras

      80. La guerra total                        

      81. La carrera de armamentos

  82. Prohibición absoluta de la guerra. La acción internacional para evitar la         guerra

Sección 2.- Edificar la comunidad internacional

      83. Causas y remedios de las discordias

      84. La comunidad de las naciones y las instituciones internacionales

      85. La cooperación internacional en el orden económico

      86. Algunas normas oportunas     

      87. Cooperación internacional en lo tocante al crecimiento demográfico

      88. Misión de los cristianos en la cooperación internacional

      89. Presencia eficaz de la Iglesia en la comunidad internacional

      90. Participación del cristiano en las instituciones internacionales

Conclusión

      91,  Tarea de cada fiel y de las Iglesias particulares

      92. El diálogo entre todos los hombres                   

      93. Edificación del mundo y orientación de éste a Dios

 

 

IV. CONTENIDO.

 

  1. 1.      LA PERSONA.   (Epgfs. 12-22)

 

–          ¿Qué es el hombre?

La Revelación nos permite dar respuesta a la verdadera situación del hombre, dar explicaciones a sus enfermedades y conocer la dignidad de su vocación.

La Biblia:

  • “Creado a imagen y semejanza de Dios”
  • Con capacidad para conocer y amar a su Creador
  • Señor de la creación entera
  • Hombre y mujer >>> ser social

Salmo 8:

  • “¿Que es el hombre…?
  • Apenas inferior a los Ángeles
  • Coronado de gloria y esplendor
  • Puesto sobre la obra del Creador.

 

–          El pecado

El hombre siente en su corazón una inclinación al mal y se niega con frecuencia a reconocer a Dios como su principio.

Así la vida humana, tanto individual como colectiva, se presenta como una lucha, a veces dramática, entre el bien y el mal.

El pecado rebaja al hombre impidiéndole lograr su plenitud.

–          Síntesis

– Por un lado la sublimación del hombre

– Por otro lado la miseria profunda

– Pico de la Mirandola.

–          Dignidad de la conciencia moral

El hombre tiene escrita por Dios en su corazón una ley que le advierte que debe hacer el bien y evitar el mal. La obediencia a esta ley constituye la dignidad humana.

La conciencia es así el núcleo más secreto, el sagrario del hombre, y da a conocer aquella Ley, que consiste en el amor a Dios y al prójimo. La fidelidad a la conciencia es la garantía que tienen las personas y las sociedades.

–          La libertad

La verdadera libertad es signo eminente de la imagen divina en el hombre. La dignidad requiere que el hombre actúe según su conciencia y libre elección. El hombre alcanza la dignidad cuando tiende a su fin, con la libre elección del bien.

–          La muerte

Es el máximo enigma de la vida humana. La fe cristiana enseña que la muerte corporal, que entró en la historia a consecuencia del pecado, será vencida cuando el Salvador restituya al hombre. Es Cristo quien con su Resurrección ha ganado para el hombre la victoria sobre la muerte.

La fe responde al interrogante sobre el destino futuro del hombre y, al mismo tiempo, permite la comunión con los seres queridos arrebatados por la muerte.

–          El ateísmo

Es uno de los fenómenos más graves de nuestro tiempo.

Se produce cuando uno se desentiende de la unión íntima y vital con Dios, o la niega expresamente.

Formas de ateísmo:

  • Negar a Dios expresamente
  • Creer que nada puede decidirse sobre Dios
  • Considerar inútil el planteamiento de la cuestión
  • Explicar solo la cosas científicamente
  • Afirmar que no hay verdades absolutas
  • Exaltación del hombre: autonomía humana que niega la dependencia de Dios. Se afirma que el hombre es un fin es sí mismo, único artífice de su propia historia. El progreso técnico ha proporcionado la liberación del hombre económica y socialmente. La Religión es un obstáculo porque aparta al hombre del esfuerzo por levantar la ciudad imperial, dado que solo se preocupa de la ciudad eterna (Kepel)
  • Despreocupación total por el hecho religioso
  • Violenta protesta por el mal en el mundo
  • Excesivo apego a los bienes de la tierra (materialismo)

Otras maneras de ateísmo[1]:

  • Negar a Dios para amar al hombre (Feuerbach)
  • Negar a Dios para amar la justicia (Marx)
  • Negar a Dios para amar la vida (Nietzsche)
  • Negar a Dios para amar la fragilidad del hombre (Freud)
  • Negar a Dios para amar el progreso (Comte)
  • Negar a Dios para amar la ciencia (Foucaul)
  • Negar a Dios para amar la libertad (Sartre)
  • Negar a Dios para amar el hedonismo (Onfray)
  • ¿Para qué lo necesitamos? ¿Dónde encontrarle? (Wittgenstein)

Causas:

– Reacción contra la Religión

– Reacción contra la Religión cristiana (ONU)

– Descuido en la educación religiosa

– Exposición inadecuada de la doctrina

– Defectos en el testimonio de la vida religiosa, moral o social

 

 

–          Respuesta de la Iglesia:

 

  • Con gran preocupación quiere profundizar y examinar en profundidad las causas
  • Reconocer a Dios no como contrario a la dignidad humana, pues esta tiene su fundamento en Dios, que da la libertad
  • La Iglesia no se preocupa solamente de la esperanza escatológica (Ej. Es la mayor defensora de los derechos humanos).
  • Cuando falta el fundamento divino, la dignidad sufre graves lesiones y quedan sin solución los enigmas de la vida, de la muerte, de la culpa y del dolor
  • La lucha contra el ateísmo debe basarse en la exposición adecuada de la doctrina y en el testimonio de la vida íntegra de la Iglesia y de sus miembros
  • No puede haber discriminación entre creyentes y no creyentes a la hora de colaborar en la edificación del mundo
  • La Iglesia sabe que su mensaje está de acuerdo con los deseos más profundos del corazón humano (error antropológico del comunismo).

 

–          La esencia del humanismo.

El misterio del hombre solo se esclarece en el misterio del Verbo encarnado.

Cristo es el nuevo Adán y manifiesta plenamente el hombre al propio hombre, en la relación del misterio del Padre y de su amor.

Cristo, imagen de Dios invisible, es también el hombre perfecto que devuelve la semejanza divina, deformada por el primer pecado.

Con Cristo, la naturaleza humana ha sido elevada a una dignidad sin igual, pues con su encarnación se ha unido, en cierto modo, con todo hombre: trabajó, pensó, obró y amó como hombre.

Al padecer por nosotros y amarnos y entregarse, nos dio ejemplo para seguir sus pasos y abrió el camino en el que la vida y la muerte adquieren nuevo sentido porque se santifican.

El hombre cristiano está conformado a imagen de Dios, recibe las primicias del Espíritu Santo que lo capacita para cumplir la nueva ley del amor en su vida (la vida).

Y si el Espíritu de aquel que resucitó a Jesús habita en nosotros, dará también vida a nuestros cuerpos mortales (la muerte).

Vida y muerte son el gran misterio del hombre. Pero la Revelación nos dice que por Cristo  y en Cristo se iluminan el enigma del dolor, de la muerte, pues con su Resurrección destruyó la muerte y nos dió nueva vida.

 

  1. 2.      LA COMUNIDAD   (Epgfs. 23-33).

 

–     La condición social de la persona.

Dios ha querido que los hombres constituyan una sola familia y que se traten entre sí con espíritu de hermanos.

Desde el comienzo de la historia Dios ha elegido a los hombres, no solo en cuanto individuos, sino en cuanto miembros de una comunidad. El Verbo encarnado quiso participar en la vida social humana, y se sometió voluntariamente a las normas de su patria, santificó los vínculos de la  familia, fuente de la vida social, y mandó a los  hijos de Dios que se trataran como hermanos.

La doctrina del amor a Dios y al prójimo cobra importancia en nuestros días por: la interdependencia mutua entre los hombres y la creciente unificación del mundo.

El hombre, única criatura a la que Dios ha amado por sí misma, no puede encontrar plenitud sino en la entrega sincera a los demás.

Todas las instituciones sociales tienen como fin al hombre, el cual, por su propia naturaleza, tiene necesidad de la vida social que le engrandece y le capacita para responder a su vocación.

La familia y la comunidad política, son vínculos sociales que responden a la naturaleza.

La “socialización” es el fenómeno de la multiplicación de las mutuas conexiones e interdependencias de la que nacen todo tipo de asociaciones o instituciones que consolidan y desarrollan a la persona y que garantizan sus derechos.

–          El bien común de la sociedad

El bien común es el conjunto de condiciones de la vida social que hacen posible a las asociaciones y a sus miembros el logro más pleno y más fácil de la propia perfección.

La interdependencia y la unificación creciente hacen que el bien común se universalice de manera que puede hablarse de bien común de la familia humana.

Bien común y Estado del bienestar versus Estado social.

El orden social y su progresivo desarrollo deben subordinarse en todo momento al bien de las personas.

–          Consecuencias que se derivan de un orden social justo.

1ª. El respeto a la persona.

Cada uno debe considerar al prójimo como “otro yo”. Ese respeto abarca al anciano, al emigrante, al desterrado, al hijo ilegítimo, al hambriento, etc.

Son prácticas infamantes que degradan la civilización humana:

–          Cuanto atente contra la vida. Ejs.

–          Cuanto viole la integridad de las personas. Ejs.

–          Cuanto ofende a la dignidad humana. Ejs.

–          Las condiciones laborales degradantes

Deben ser también objeto de respeto quienes piensan y obran de manera distinta en materia social, política y religiosa, lo cual no significa indiferencia ante la verdad y el bien. También hay que perdonar las injurias.

2ª. La igualdad esencial de los hombres.

Todos los hombres están dotados de alma racional, creados a imagen y semejanza de Dios, con la misma naturaleza y el mismo origen, han sido redimidos por Cristo y gozan de la misma vocación y destino.

Los hombres son distintos por su capacidad física e intelectual, pero no puede haber discriminación por razón de sexo, color, condición social, lengua o religión.

Las excesivas desigualdades económicas y sociales que se dan entre personas y naciones son contrarias a la justicia social, a la equidad, a la dignidad y a la paz social e internacional.

3ª. Rechazo de la ética individualista.

La aceptación de las relaciones sociales y su observancia debe considerarse como uno de los principales deberes del hombre contemporáneo. Es rechazable el menosprecio o el incumplimiento de las normas sociales (impuestos justos, normas de tráfico, reglas de salud e higiene) por quienes viven encerrados en su propio egoísmo y ajenos a las necesidades sociales.

Debe estimularse la participación en la vida pública con verdadera libertad. El porvenir de la humanidad está en manos de quienes sepan dar a las generaciones venideras razones para vivir y para esperar.

 

  1. 3.      LA ACTIVIDAD HUMANA (Epgf 33-39)

Gracias a la técnica y a la ciencia, el hombre ha dilatado el campo de su dominio sobre la naturaleza, de manera que la familia humana se va haciendo una única comunidad en el mundo.

Se plantean las siguientes cuestiones:

–          ¿Qué sentido y valor tiene la actividad humana?

–          ¿Qué uso debe hacerse de las cosas?

–          ¿A qué fin deben tender los esfuerzos de las personas y la sociedad?

– Valor de la actividad humana.

La actividad humana responde a la voluntad de Dios que mandó someter y gobernar el mundo en justicia y en verdad.

Los hombres desarrollan con su trabajo la obra del creador, sirven al bien de los hermanos y contribuyen a que se cumplan los designios de Dios en la historia. Los avances y victorias del hombre son signos de la grandeza de Dios.

El mensaje cristiano no aparta al hombre de la edificación del mundo, ni a despreocuparse de las cosas terrenales, sino que les impone como deber el no apartarse y el no despreocuparse.

Con su actividad el hombre no solo transforma la sociedad sino que se perfecciona a sí mismo. Esta perfección vale más que las riquezas que pueda acumular: “El hombre vale más por lo que es que por lo que tiene”.

– Autonomía de la realidad humana.

La autonomía legítima significa que las cosas creadas y la sociedad gozan de leyes y valores propios que el hombre descubre y ordena. Ello responde a la voluntad del Creador.

La investigación científica, si se realiza de forma auténtica y conforme a las leyes morales, no puede ser contraria a la fe, pues ambas tienes su origen en el mismo Dios. No hay oposición entre ciencia y fe.

La autonomía no legítima afirma que la realidad creada es independiente de Dios y que los hombres pueden utilizarla sin referencia a su Creador.

– Perfección de la actividad humana.

La Iglesia, al tiempo que reconoce que el progreso puede servir a la verdadera felicidad humana, advierte que el espíritu de vanidad y malicia puede transformar la actividad humana en instrumento de pecado.

Por eso la actividad humana debe encauzarse por camino de perfección, lo que  significa purificarla por la cruz y la resurrección de Cristo.

La ley fundamental de la perfección humana y, por tanto, de la transformación del mundo, es el mandamiento nuevo del amor, no en los grandes acontecimientos, sino en la vida ordinaria.

Debe distinguirse cuidadosamente el progreso temporal y el crecimiento del reino de Dios, pero el primero, en cuanto contribuye a ordenar mejor la sociedad, interesa también al segundo.

 

  1. 4.      MISIÓN DE LA IGLESIA EN EL MUNDO. (Eprfs. 40-45)

Hasta ahora la Constitución ha abordado la persona, la comunidad y la actividad humana. Son las bases en las que se apoyará su eje: la misión de la Iglesia.

-Relación de la Iglesia con el mundo.

La Iglesia ha sido constituida por Cristo como “sociedad en este mundo” y está dotada de los medios propios de una unión visible y social. Y al tiempo que entidad visible y social es también comunidad espiritual.

La Iglesia y la comunidad avanzan conjuntamente y experimentan la misma suerte terrena. Esta compenetración entre la ciudad terrena y la ciudad celeste solo puede percibirse por la fe.

En relación con el mundo, la Iglesia:

  • actúa como fermento y alma de la sociedad
  • comunica la vida divina al hombre
  • difunde sobre la Universo el reflejo de su luz
  • cura y eleva la dignidad de la persona
  • consolida la firmeza de la sociedad
  • dota de un sentido y significación más profunda a la actividad diaria de la humanidad.

-Ayuda que presta la Iglesia.

      A). Al hombre:

  • Le descubre el sentido de su existencia
  • Rescata la dignidad humana de los cambios incesantes
  • Proclama la libertad de los hijos de Dios
  • Respeta la libre decisión del hombre y la dignidad de su conciencia
  • Advierte que el talento humano debe redundar en beneficio de Dios y de la humanidad
  • Encomienda a todos a la caridad de todos
  • Proclama los derechos humanos

B). A la sociedad:

  • Establece y consolida la sociedad según La ley divina pudiendo crear obras al servicio de todos (de caridad, de misericordia, etc.)
  • Enseña que la genuina unión social exterior procede de la unión de los espíritus, esto es, de la fe y la caridad
  • Constituye un vínculo estrecho entre las naciones al no estar ligada a ninguna forma de civilización, ni a sistema político, económico o social
  • Ayuda y fomenta a las variadas instituciones  fundadas o que se funden, en  cuanto de verdadero, bueno y justo haya en ellas y se concilie con la misión propia de la Iglesia.

C). A la actividad humana:

  • Exhorta a los cristianos a cumplir los deberes temporales pues es la fe la que motiva a su perfecto cumplimiento
  • Considera que el divorcio entre fe y vida diaria debe ser considerado como uno de los más graves errores de nuestra época
  • Manifiesta que el cristiano que falta a sus deberes temporales: falta al prójimo, falta a sus obligaciones con Dios y pone en peligro su salvación
  • Reconoce que las tareas y el dinamismo seculares corresponde a los laicos, aunque no exclusivamente. En esta tarea debe cumplir las leyes propias de cada disciplina y esforzarse en adquirir verdadera competencia
  • Afirma que en caso de soluciones divergentes para un mismo problema, a nadie le está permitido reivindicar en exclusiva, a su favor, la autoridad de la Iglesia
  • Obliga a los laicos que desempeñan parte activa en la vida de la Iglesia, no solo a cristianizar, sino a ser testigos de Cristo en medio de la sociedad.
  • Recuerda a los Obispos y Sacerdotes que deben predicar el mensaje de Cristo, que son el rostro de la Iglesia, que deben capacitarse para participar en el diálogo a entablar con el mundo, que deben evitar toda dispersión, que son hombre y, por tanto, portadores de todas las debilidades humanas, y que deben seguir madurando su experiencia en relación con el mundo.

-Ayuda que recibe la Iglesia.

  • La Iglesia aprendió a expresar el mensaje cristiano en los conceptos y la lengua de cada pueblo, adoptando el Evangelio al nivel del saber popular y de las exigencias de los más cultos
  • La Iglesia necesita la ayuda de quienes por vivir en el mundo conocen las diversas instituciones  y disciplinas y la razón íntima de todas ellas
  • La Iglesia se enriquece con la evolución de la vida social porque le permite conocer con mayor profundidad su misma constitución, para expresarse de forma más perfecta  y adaptada a nuestro tiempo
  • La Iglesia recibe ayuda de quien promueve la comunidad humana en el orden de la familia, la cultura, la vida económica y social, la vida política, según el plan divino, pues la Iglesia también depende de las realidades externas

 

  1. 5.      EL MATRIMONIO Y LA FAMILIA. (Epgrfs. 47-52)

– Situación.

El  bienestar de la persona y de la sociedad se encuentra ligado al bienestar del matrimonio y de la familia.

La dignidad del matrimonio está oscurecida en algunas partes del mundo por la poligamia, la epidemia del divorcio, el amor libre y, además, por el egoísmo, el hedonismo y los actos ilícitos contra la generación.

La crisis origina fuertes perturbaciones en la familia, incluidas las perturbaciones  por el incremento o por la baja tasa de natalidad demográfica.

Sin embargo, el vigor y la solidez del matrimonio y la familia se demuestran en que resiste a las profundas transformaciones de la sociedad contemporánea y a las dificultades.

¡¡¡IDEOLOGÍA DE GÉNERO!!!!

– Doctrina de la Iglesia.

1). La íntima comunidad conyugal se establece sobre la alianza de los cónyuges, es decir, su consentimiento personal e irrevocable. De ello nace una institución confirmada por la Ley divina que no depende de la decisión humana, sino que el mismo Dios la ha dotado de bienes y fines varios, como autor del matrimonio.

2). El matrimonio está ordenado a la procreación y educación de los hijos y a la ayuda mutua, lo cual exige la plena fidelidad conyugal y su indisolubilidad.

3). Los esposos cristiano para cumplir con su deber dignamente están fortificados y como consagrados por un sacramento especial.

4). Como padres, realizarán con diligencia el deber de la educación, sobre todo religiosa, que a ellos compete. Los hijos contribuyen a la santificación de los padres con el agradecimiento, la piedad filial y la confianza, y les asistirán en las dificultades y en la soledad de la senectud, honrando la viudez como continuidad de la vocación conyugal.

5). El amor conyugal se caracteriza por:

  • Ser único
  • Ser auténtico
  • Ser eminentemente humano
  • Abarcar el bien de toda la persona
  • Ennoblecer y enriquecer con una dignidad especial las expresiones del cuerpo y del espíritu.
  • Ser perfeccionados y elevados por el don de la gracia.
  • Ser honestos, dignos y humanos los actos de unión íntima y casta, favoreciendo el don recíproco en un clima de gozosa gratitud.
  • Requerir la virtud de la fidelidad, la firmeza en el amor, la magnanimidad de corazón y el espíritu de sacrificio.
  • El deber de dar testimonio

6). La procreación y educación de los hijos supone:

  • El cumplimiento del mandato de “creced y multiplicaos” (semejanza a Dios).
  • La cooperación en el amor de Dios creador.
  • La obligación de formarse un juicio recto:

-bien personal y de los hijos nacidos o por nacer

-circunstancias materiales y espirituales

-bien de la comunidad familiar

  • La glorificación del Creador  y la tendencia hacia la perfección de Cristo cuando cumplen su misión procreadora  con responsabilidad generosa, cristiana y humana.

Aunque falte descendencia, sigue en pie el matrimonio como comunidad de vida total e íntima, dado que no ha sido suscitado solamente con aquella finalidad.

7). El aborto. La vida desde su concepción ha de ser salvaguardada con el máximo cuidado. El aborto y el infanticidio son crímenes abominables.

8). La familia como escuela de humanismo:

  • Es una unión de propósitos y cuidadosa cooperación de los padres en la educación.
  • Presencia activa del padre y cuidado de la madre con los niños menores, sin perjuicio de su promoción social (“concilia”).
  • Que los hijos puedan seguir su propia vocación sagrada o matrimonial con los prudentes consejos de los padres.
  • Es el fundamento de la sociedad (1ª escuela de virtudes sociales y políticas)
  • Los poderes públicos deben reconocer la verdadera naturaleza del matrimonio  y de la  familia; protegerla y ayudarla asegurando la moralidad pública (IRPF, programas rosa TV, etc.)
  • Los científicos, biólogos, sociólogos, psicólogas, asociaciones de padres, tienen un papel muy importante.

 

  1. 6.      LA CULTURA. (Epgfs. 53-62)

La persona no llega a un nivel verdadero y plenamente humano sino mediante la cultura.

Por cultura ha de entenderse todo aquello por lo que el hombre:

  • Afina y desarrolla sus enormes cualidades espirituales y corporales
  • Procura someter el mundo con su conocimiento y trabajo
  • Hace más humana la vida social tanto en la familia como en la sociedad civil, mediante el progreso de costumbres e instituciones
  • Expresa, comunica y conserva a través del tiempo en sus grandes obras, las grandes experiencias espirituales y aspiraciones que sirven de provecho a muchos, incluso a todo el género humano.

Hay pluralidad de culturas en función de:

  • las distintas manera de servirse de las cosas, de trabajar y de expresarse
  • las distintas maneras de practicar la religión y de comportarse
  • las distintas leyes e instituciones jurídicas
  • las distintas manera de desarrollar las ciencias o las artes y de cultivar la belleza

El patrimonio propio de cada comunidad humana lo constituye las costumbres recibidas y el medio histórico en el que se inserta el hombre de cada nación o tiempo y del que recibe los valores que promueve la civilización.

– Situación de la cultura en el mundo.

La cultura actual se caracteriza porque:

  • las ciencias exactas cultivan al máximo el juicio crítico
  • la psicología explica con mayor profundidad la actividad humana
  • las ciencias históricas contribuyen a que las cosas se vean bajo la perspectiva de la mutabilidad y evolución
  • los hábitos y las costumbres tienden a uniformizarse
  • la industrialización, la urbanización y los demás agentes de la vida comunitaria crean una cultura de masas de la que nacen nuevos modos de sentir, actuar y descansar
  • el creciente intercambio entre las naciones va gestando una forma más universal de cultura

Los hombres y mujeres de nuestro tiempo tienen conciencia de ser los autores y promotores de la cultura de su comunidad, marcada por el sentido de la autonomía y de la responsabilidad. Nace un nuevo humanismo que define al hombre por su responsabilidad hacia los demás y hacia la historia

– Antinomias a resolver:

  • Que la intensificación de las relaciones entre las culturas no perjudique la sabiduría de los antepasados ni ponga en peligro el genio propio.
  • Que se favorezca el dinamismo y la expansión de la nueva cultura sin que perezca la fidelidad a la herencia de las tradiciones, especialmente donde el progreso técnico ha de compaginarse con el espiritual.
  • Que la rápida y progresiva dispersión de las ciencias se armonice con la necesidad de una síntesis y de conservar las facultades globales  de contemplación y admiración.
  • Que la cultura de los especialistas no impida que todos los hombres participen en los bienes culturales del mundo.
  • Que la autonomía legítima de la cultura no conduzca a un humanismo terrestre o contrario a la Religión.

– Principios para la promoción de la cultura.

1º. Fe y cultura.

Los cristianos, en marcha hacia la ciudad celeste, tienen también la misión de trabajar con todos los hombres en la edificación del mundo, para lo que la fe les ofrece valiosos estímulos y les permite descubrir el sentido pleno de esa misión, que sitúa la cultura en un puesto eminente de la vocación del hombre.

Cuando el hombre se entrega a las diferentes disciplinas (filosofía, historia, matemáticas, ciencias, etc.) puede contribuir a que la familia humana se eleve a los más altos pensamientos sobre la verdad, el bien y la belleza y sea mejor iluminado por la sabiduría  que desde siempre estaba con Dios y disponiendo todas las cosas con Él.

El progreso actual de las ciencias favorece el fonomenismo y el agnosticismo, cuando la razón es utilizada como regla suprema  y existe el peligro de que el hombre, confiado en los inventos crea que se basta a sí mismo y deje de buscar cotas más altas.

Pero la cultura contemporánea tiene estos valores:

  • La exacta fidelidad a la verdad en las investigaciones científicas
  • La necesidad de trabajar en equipos técnicos
  • El sentido de la solidaridad internacional
  • La conciencia de la responsabilidad de los expertos para la ayuda y protección de los hombres
  • La voluntad de lograr condiciones de vida más aceptables para todos los hombres.

2º. Buena nueva y cultura.

Entre el mensaje de salvación y la cultura humana existen múltiples vínculos:

  • En la Revelación, Dios habló según los tipos de cultura propios de cada época
  • La Iglesia ha empleado los hallazgos de las diversas culturas para difundir el Evangelio
  • La Iglesia puede entrar en comunión con las diversas formas de cultura pues no está ligada de manera exclusiva a raza, nación, sistema de vida, costumbres, etc.
  • La Iglesia contribuye a la cultura humana y la impulsa, y con su actividad, incluía la litúrgica educa al hombre en la libertad interior.

Pero la Iglesia recuerda que la cultura debe estar subordinada a la perfección integral de la persona humana y al bien de la comunidad. Esto significa que es preciso cultivar el espíritu de manera que se fomente la capacidad de admiración, de intuición, de contemplación, de tener opinión propia y de cultivar el sentido religioso, cultural y social.

La Iglesia afirma:

  • la autonomía legítima de la cultura humana, lo que supone una justa libertad y una cierta individualidad;
  • que las disciplinas humanas tienen sus propios principios y métodos;
  • que se puede investigar libremente la verdad, salvados el orden moral y el bien común;
  • que se puede manifestar y propagar libremente la propia opinión y practicar cualquier profesión; y
  • que el ciudadano debe ser informado verazmente de los sucesos públicos.

A la autoridad pública compete fomentar las condiciones y medios para promover la vida cultural, aún dentro de las minorías nacionales, pero no le compete determinar el carácter propio de cada cultura.

3º. Obligaciones de los cristianos con la cultura.

Los cristianos deben:

  • Trabajar para que se reconozca el derecho de todos a la cultura, sin discriminación alguna, procurando a todos los bienes culturales que constituyen la cultura básica.
  • Procurar que quienes están bien dotados puedan acceder a los estudios superiores.
  • Hacer todo lo posible para que una vez adquirida la conciencia del derecho a la cultura, se adquiera también el deber de cultivarse a sí mismo y de ayudar a los demás.

4º. La educación para la cultura integral del hombre.

La especialización ha desdibujado la imagen del “hombre integral”, pero queda el deber de cada hombre de conservar los estímulos de la persona basado en los valores de inteligencia, voluntad, conciencia y fraternidad.

La madre nutricia de la educación es la familia: clima de amor y recta jerarquía de las cosas, donde cada uno es querido por lo que es y no por lo que tiene.

Posibilidades para favorecer la cultura en el mundo moderno: los libros, los medios de comunicación (entonces no existía Internet ni los teléfonos móviles). Importancia de ocio: descanso, turismo, deporte.

5º. Cultura y educación cristiana.

La Iglesia encuentra dificultades en compaginar la cultura con la educación cristiana. Por ello, en el trabajo pastoral de deben emplear, no solo los medios teológicos, sino también los descubrimientos de las ciencias profanas, especialmente la psicología y la sociología.

La Iglesia debe esforzarse para que los artistas y los literatos se sientas comprendidos en sus actividades y, dentro de su libertad, establezcan contactos más fáciles con la comunidad cristiana.

Los que enseñan teología en seminarios y universidades debe colaborar con los hombres versados en otras materias. Y es de desear que los laicos reciban una buena formación en las ciencias sagradas. Todo ello dentro del reconocimiento a los fieles, clérigos o laicos, de una justa libertad de investigación, de pensamiento y de difusión de su manera de ver en los campos de su competencia.

  1. 7.      LA VIDA ECONÓMICO-SOCIAL (Epgfs. 64-72)

El hombre es el centro, el autor y el  fin de la vida económico-social.

La economía moderna se caracteriza por:

  • Una creciente dominación del hombre sobre la naturaleza.
  • Una multiplicación e intensificación de las relaciones sociales.
  • Una mayor interdependencia de ciudadanos y naciones.
  • Una intervención de los poderes públicos creciente.
  • El progreso de las técnicas de producción, el comercio y los servicios, que satisfacen mejor las necesidades nuevas.

Pero presenta también factores negativos:

  • El predominio del espíritu economicista en los países desarrollados.
  • El crecimiento de las desigualdades sociales.
  • El contraste entre países que viven en la opulencia mientras muchedumbres inmensas carecen de lo necesario.
  • El contraste entre unos pocos que poseen un poder amplísimo de decisión y muchos que carecen de cualquier iniciativa.
  • Los desequilibrios entre la agricultura, la industria y los servicios
  • La oposición entre las naciones desarrolladas y las que no lo están, y entre regiones dentro de un mismo país.

Es por tanto necesaria la reforma de la vida económica-social y el cambio de costumbres, que la Iglesia concreta en los principios de justicia y equidad.

– El desarrollo económico.

La finalidad fundamental del desarrollo económico no es el incremento de la producción, ni el beneficio, ni el poder, sino el servicio del hombre integral, esto es, que tenga en cuenta las necesidades materiales, intelectuales, morales y religiosas de la persona.

La actividad económica debe por ello ejercerse según sus leyes y métodos propios, dentro del ámbito del orden moral.

La dirección del desarrollo debe caer sobre el mayor número posible de hombres y de naciones, y no quedar en manos de unos pocos, o de grupos económicos poderosos, o de ciertas naciones.

El desarrollo no puede confiarse de manera exclusiva a los particulares, ni a la sola decisión de la autoridad pública. Por tanto, son falsas y rechazables, tanto las doctrinas que se oponen a la intervención en nombre de una libertad mal entendida, como las que sacrifican los derechos y libertades individuales en aras de la organización colectiva de la producción.

Los ciudadanos tienen el deber y el derecho de contribuir al progreso de la propia comunidad, según sus posibilidades.

– Las desigualdades.

La justicia y la equidad exigen hacer todos los esfuerzos para que, respetando los derechos de las personas y las características de cada pueblo, desaparezcan lo más rápidamente posible, las diferencias económicas vinculadas a discriminaciones individuales y sociales.

Especial mención merece la agricultura, para que aumente su capacidad productiva y comercial y los agricultores dejen de ser considerados como ciudadanos de inferior categoría.

Respecto a los emigrantes, debe tenerse en cuenta que:

  • Cooperan al crecimiento económico
  • Ha de evitárseles toda discriminación
  • Deben ser considerados como personas
  • Debe facilitárseles el reagrupamiento familiar
  • Debe procurárseles un alojamiento decente y su incorporación a la vida social
  • Deben crearse fuentes de trabajo en los países de inmigración.

– Principios reguladores de la vida económica-social.

1º. El trabajo.

El trabajo humano es muy superior a los restantes elementos de la vida económico-social:

  • procede inmediatamente de la persona
  • es el medio ordinario de subsistencia del trabajador y su familia
  • le une a los demás hombres y les presta un servicio
  • coopera al perfeccionamiento de la creación
  • con el trabajo el hombre se asocia a la obra de la creación

De todo ello se deriva el derecho y el deber al trabajo y el deber de la sociedad de ayudar a los ciudadanos para que encuentren la oportunidad de trabajar.

La retribución del trabajo debe permitir al trabajador y a su familia llevar una vida digna en el plano material, social, cultural y espiritual.

El conjunto del proceso de producción debe ajustarse a las necesidades de la persona, disfrutando de un tiempo de descanso suficiente que cultivar la vida familiar,  cultural, social y religiosa.

2º. La participación y la sindicación.

Se ha de promover la participación activa de los trabajadores en la gestión de las empresas y en la toma de decisiones económicas y sociales, según forma que habrán de determinar con acierto por sí mismos o por medio de sus representantes.

El derecho de los trabajadores a fundar sindicatos es un derecho fundamental y permite colaborar rectamente en la ordenación de la vida económica, unida al progreso en la formación económica-social y en el crecimiento de la propia responsabilidad.

La huelga es un medio necesario aunque extremo para la defensa de los derechos y el logro de las aspiraciones justas.

3º. El destino común de los bienes de la tierra.

  • Dios ha destinado la tierra y cuanto ella contiene para uso de todos los hombres y pueblos.
  • Los bienes creados deben llegar a todos de forma equitativa según justicia y en compañía de la caridad
  • No debe perderse de vista el destino universal de los bienes sean cuales sean las formas de propiedad, según las circunstancias diversas y variables de los pueblos.
  • En el uso de los bienes que legítimamente se poseen, no se deben tener como exclusivamente propios, sino también como comunes, en el sentido de que no le aprovechen solamente al dueño sino también a los demás.
  • A todos corresponde poseer una parte de bienes suficientes para sí mismos y sus familias
  • Quien se halle en situación de necesidad extrema tiene derecho a tomar de la riqueza ajena lo necesario para sí.
  • Urge a todos, particulares y autoridades, a que comuniquen u ofrezcan realmente sus bienes, ayudando en primer lugar a los pobres, tanto individuos como pueblos.

En los países desarrollados, las instituciones de previsión y seguridad social pueden contribuir al destino común de los bienes. A ello contribuye el desarrollo de los servicios familiares y sociales, principalmente los de cultura y educación.

4º. El acceso a la propiedad.

La propiedad privada contribuye a la expresión de la persona y ofrece la oportunidad de ejercer su función responsable. Debe por ello fomentarse el acceso de todos a alguna forma de propiedad.

La propiedad privada asegura además la autonomía personal y familiar, y debe considerarse como ampliación de la libertad.

Las formas de propiedad son muy variadas. No son incompatibles la propiedad privada y la pública. Las autoridades deben:

  • Afectar los bienes de propiedad pública de acuerdo con el bien común
  • Impedir que se abuse de la propiedad privada contra el bien común

La propiedad privada tiene una índole social cuyo fundamento se encuentra en el destino universal de los bienes.

En relación con los latifundios, denuncia la grave situación en que pueden encontrarse los braceros y propugna el reparto de las propiedades insuficientemente cultivadas a favor de quienes sean capaces de hacerlas valer.

 

  1. 8.      LA COMUNIDAD POLÍTICA (Epgfs. 73 a 76)

Las profundas transformaciones que se han producido como consecuencia de la evolución cultural y social han tenido gran influjo en la comunidad política:

  • Reforzando los derechos y deberes en el ejercicio de la libertad política y en el logro del bien común.
  • En la relación de los ciudadanos entre sí y con las autoridades.
  • En la necesidad de un orden político-jurídico que proteja los derechos de las personas (libre reunión, asociación, opinión, profesión de la religión).
  • En la participación activa de los ciudadanos en el gobierno de la cosa pública.
  • En el respeto de los derechos de las minorías.
  • En el ejercicio efectivo de los derechos personales.
  • En el rechazo de las formas políticas que obstaculizan la libertad o la religión.
  • En el fomento del sentido interior de la justicia, la benevolencia y del servicio al bien común.

– Naturaleza y fin de la comunidad política.

Los hombres, las familias y los grupos son conscientes de su insuficiencia para alcanzar una vida plenamente humana, por lo que es necesaria una comunidad más amplia en la que se conjuguen las energías de todos para alcanzar el bien común.

La comunidad política nace por tanto para alcanzar el bien común, esto es:

“el conjunto de condiciones de la vida social con las que los hombres, las familias y los grupos logran con mayor plenitud y facilidad su propia perfección”.

Entre esas condiciones, es indispensable una autoridad que dirija la acción de todos hacia el bien común, dadas las soluciones diferentes. Tanto la comunidad como la autoridad se fundan en la naturaleza humana y, por ello, pertenecen al orden previsto por Dios, aunque tanto la forma del régimen político, como la de designar las autoridades, pertenece a los ciudadanos.

La organización básica de la comunidad y sistema del equilibrio de los poderes pueden ser diferentes, todos ellos deben tender a formar un tipo de ciudadano culto y benévolo respecto de los demás.

– La participación en la vida pública-

La participación en la vida pública significa que los ciudadanos tengan posibilidades efectivas de:

  • tomar parte libre y activa en la fijación de los fundamentos jurídicos de la comunidad política
  • acceder al gobierno de la cosa públicas
  • participar en la determinación efectiva de las competencias y los límites de las diferentes instituciones
  • participar en la elección de los gobernantes. Los ciudadanos tienen el derecho y el deber de votar en libertad.

La Iglesia alaba y estima la labor de quienes, al servicio del hombre, se consagran al bien de la cosa pública y aceptan las cargas de este oficio.

La participación exige un orden jurídico positivo que establezca:

  • la adecuada división de  funciones de la autoridad pública
  • la protección eficaz e independiente de los derechos
  • el reconocimiento, el respeto y la promoción del deber cívico de aportar a la vida pública el concurso material y personal que requiera el bien común
  • la obligación de los gobernantes de no entorpecer las asociaciones y cuerpos intermedios y no privarles de su legítima acción.
  • la no atribución a la autoridad de un poder excesivo
  • la intervención de los poderes públicos en materia social, económica y cultural para crear condiciones más favorables al bien común

¡¡¡INVASIÓN Y CLIENTELISMO!!!

La Iglesia estimula a los ciudadanos a que cultiven el amor a la Patria con magnanimidad y lealtad de suerte que miren siempre por el bien de la familia humana.

La vocación de los cristianos en la comunidad política.

Los cristianos tienen una vocación particular y propia en la comunidad política, y en virtud de ella tienen las siguientes obligaciones:

  • Dar ejemplo de sentido de responsabilidad y servicio

¡¡¡EJEMPLARIDAD!!!

  • Armonizar la autoridad y la libertad; la iniciativa personal y la solidaridad; la unidad y la diversidad.
  • Reconocer la legítima pluralidad de opiniones, respetando a quienes defienden lealmente otra manera de ver las cosas
  • Prestar gran atención a la educación cívica y política
  • Prepararse para ejercer la política
  • Ejercer la política con olvido del propio interés
  • Luchar con integridad moral contra la injusticia y la opresión, la intolerancia y el absolutismo
  • Consagrarse el servicio de todos con sinceridad y rectitud, con caridad y fortaleza.

Los Partidos Políticos deben promover el bien común sin anteponerlo a los intereses propios.

– La comunidad política y la Iglesia.

La Iglesia no se confunde con la comunidad política por razón de su misión y su competencia, ni está ligada a sistema político  (ideología) alguno. Ambas son independientes y autónomas.

No obstante, ambas están al servicio de la vocación personal y social del hombre, aunque por diverso título. Y tal servicio se prestará con mayor eficacia cuanto más sana y mejor sea la cooperación entre ellas, puesto que las realidades temporales y las espirituales están estrechamente unidas y la Iglesia necesita de los medios temporales para cumplir su misión (herencia de S. Francisco).

La Iglesia no necesita privilegios del poder civil y debe renunciar a los legítimamente adquiridos si constata que puede empañar la pureza de su testimonio.

Es de justicia que la Iglesia pueda predicar su fe con auténtica libertad y emitir su juicio moral sobre materias referentes al orden político cuando lo exijan la defensa de los derechos fundamentales de la persona.

Debe distinguirse netamente entre la acción que los cristianos lleva a cabo aislada o asociadamente, o a título personal, como ciudadanos, de acuerdo con su conciencia, y la acción que realizan en nombre de la Iglesia y en comunión con sus pastores.

 

  1. 9.      LA COMUNIDAD INTERNACIONAL.

La familia humana universal no puede llevar a cabo la tarea de construir un mundo más humano sin que todos los hombres se conviertan con espíritu renovado a la verdad de la paz. El mensaje evangélico: “¡Bienaventurados los constructores de la paz porque serán llamados hijos de Dios!”.

– Naturaleza de la paz.

La paz es la “obra de la justicia”, es el fruto del orden plantado a la sociedad humana por su Divino Fundador. Está sujeto a continuos cambios al igual que el bien común. La paz está en perpetuo quehacer.

La paz no es:

  • Ausencia de guerra
  • El solo equilibrio de las fuerzas adversas
  • No surge de una hegemonía despótica

La paz debe asegurar:

  • El bien de las personas
  • La participación de los hombres en los bines espirituales e intelectuales
  • El respeto a la dignidad de los demás pueblos
  • El ejercicio de la fraternidad y el fruto del amor

– La guerra.

El Concilio recuerda ante las guerras habidas y existentes (terrorismo) la vigencia permanente del derecho natural y de gentes y de sus principios universales, alguno de los cuales están recogidos en Tratados internacionales, y entre ellos:

  • La condena de los actos que se proponen metódicamente el exterminio de todo un pueblo, raza o etnia.
  • Que las consecuencias de las operaciones militares sean lo menos inhumanas posible.
  • El tratamiento humanitario a prisioneros y combatientes heridos.
  • La objeción de conciencia.
  • El derecho a la legítima defensa.
  • La prohibición del uso de armas químicas o de destrucción masiva.

El Concilio condena la carrera de armamentos, que es la plaga más grande de la humanidad y perjudica a los necesitados de manera intolerable, al gastar inmensas cantidades con las que se podría remediar tanta miseria en el mundo entero.

Para evitar la guerra es necesario que exista una Autoridad Pública Universal (ONU) con poder efectivo de garantizar la seguridad, la justicia y el respeto de los derechos.

La cuestión de la guerra justa no es abordada en la Constitución, pero sí por el Catecismo de la Iglesia Católica, que en su apartado 2309 contiene las condiciones de la “guerra justa”: daño causado por el agresor, agotamiento de los medios para evitarla, concurrencia de condiciones de éxito y proporcionalidad. Y añade que “la apreciación de estas condiciones de legitimidad moral, pertenece al juicio prudente de quienes están a cargo del bien común”.

– La cooperación internacional.

En los países en vías de desarrollo, especialmente, debe proveerse a las necesidades de los hombres en la vida social, alimentación, educación, trabajo.

Es exigible una mayor cooperación internacional en el orden económico:

(MILLONES DE DECISIONES ECONÓMICAS)

  • El progreso surge y se acrecienta por el trabajo y preparación de los propios ciudadanos, impulsado y apoyado por ayudas exteriores.
  • Los países desarrollados tienen la gravísima obligación de ayudar a los países en vías de desarrollo.
  • La comunidad internacional debe regular y estimular el desarrollo, cuidando de que las intervenciones sean eficaces y equitativas.
  • Necesidad de ordenar el comercio internacional compensando los desequilibrios que proceden de la desigualdad.
  • Necesidad de revisar las estructuras económicas y sociales.

– La cooperación y el crecimiento demográfico.

La cooperación internacional es especialmente exigible en aquellos países que se ven agobiados por las dificultades que provienen de un crecimiento rápido de la población.

Frente a quienes sostienen que debe frenarse el crecimiento de la población mundial o, al menos, de algunos países, el Concilio exhorta a estar prevenidos de las soluciones propuestas, en público o en privado, y a veces impuestas, que contradicen la moral: porque la decisión sobre el número de hijos depende del recto juicio de los padres, que requiere una conciencia rectamente formada.

Presencia  de los cristianos de la Iglesia.

Alaba a los cristiano, en especial jóvenes voluntarios (ONGs) que se ofrecen para auxiliar a los demás países.

La presencia de la Iglesia en la comunidad de países, para fomentar e incrementar la cooperación de todos, es absolutamente necesaria, tanto a través de sus propias instituciones, como de los cristianos individualmente.


Raúl Berzosa. Obispo de Ciudad Rodrigo. Magnificat, nov. 2013, pag. 15

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