Humanismo y cuestión social.

Comenzamos hoy una serie de artículos que podíamos denominar “humanismo social cristiano”. Se tratará en ellos del análisis de la cuestión social desde la perspectiva del humanismo cristiano. O, dicho de otra manera, las aportaciones que hace la Doctrina Social de la Iglesia (DSI) para resolver los problemas sociales.

Recuérdese que en anteriores artículos hemos considerado la DSI como el programa económico-social del humanismo.

Hay que remontarse la revolución industrial de los siglos XIX y XX que dio origen a la aparición de una tensión entre el “capital” y el “trabajo”. El primero eran propiedad de los empresarios, considerados como los titulares de los medios de producción; y el segundo estaba constituidos por la vasta multitud de los trabajadores.

Este conflicto se politiza cuando dos concepciones ideológicas contrapuestas asumen las respectivas posiciones: el liberalismo será para algunos la ideología del capital; el comunismo (entendido como ideología de socialismo científico) será la ideología de la clase obrera (también en determinados ámbitos intelectuales y universitarios).

Tal conflicto social deviene en conflicto político, y este degenera en la llamada “lucha de clases”. El programa marxista considera esta lucha como la única vía para eliminar las injusticias de clase y las clases mismas, colectivizando los medios de producción, y monopolizando el poder a través del partido único, mediante la dictadura del proletariado.

En nuestro tiempo, la lucha de clases ha dejado de tener sentido, pues los medios de producción han dejado de pertenecer a los empresarios y son propiedad de miles de ciudadanos (accionistas); y junto a la clase obrera ha aparecido la clase media, como veremos en otros artículos.

La cuestión social no es propia de un país, sino que está globalizada. A las consecuencias de esta globalización dedicaremos el artículo siguiente.

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