Humanismo cristiano y la Doctrina Social de la Iglesia (IX.1).

Humanismo cristiano y la Doctrina Social de la Iglesia (IX.1). 

Estamos llegando al término de nuestro examen sobre el contenido del humanismo cristiano, que finalizaremos en los próximos artículos. En artículos anteriores, nos
hemos referido a la persona, a la comunidad, a la libertad, a la defensa de todos los derechos humanos, a la igualdad, a la democracia, y a la condición de la política y los
políticos. En este hablaremos de la Doctrina Social de la Iglesia (DSI).

La DSI constituye el programa social y económico en la actuación práctica del humanismo cristiano. Dicho de otra manera, el humanismo cristiano tiene algo que
decir de los problemas sociales y económicos de nuestro tiempo. Pues bien, todo lo que tiene que decir está en la DSI, de manera que hace suyo y se identifica, como
programa social y económico del humanismo, el contenido de la DSI.

Está formulado en las Encíclicas de los Papas de contenido social, desde la Rerum novarum de León XIII hasta la Centéssimus Annus, Laborem exercens y Solicitudo rei
socialis de S. Juan Pablo II. La ignorancia u ocultación deliberada de su contenido no debe ser obstáculo a su promoción y difusión en cualquier circunstancia.

¿En qué consiste esta Doctrina? Vamos a intentar sintetizarla, lo que no es tarea fácil.

Ante todo, la defensa de la persona, cuyo misterio solo puede desvelarse en el misterio del Verbo Encarnado. La persona concreta e histórica. Frente al miedo del
hombre de hoy hay que oponer cual es el verdadero sentido del progreso, las exigencias del orden moral y el rechazo al materialismo. Es mejor “ser más” que “tener
más”.

Se presta especial atención al desarrollo humano, o si se prefiere al subdesarrollo en el que viven dos terceras partes de la humanidad, denunciando la responsabilidad
moral de quienes causan este subdesarrollo. El desarrollo no consiste en el uso, dominio y posesión de las cosas creadas o de los productos de la industria, sino en
subordinar todo ello a la semejanza divina del hombre y a su vocación de inmortalidad.

Y reconoce como elementos esenciales de la persona: la libertad, la dignidad del trabajo, los derechos humanos fundamentales, el desarrollo integral, la propiedad
privada y el derecho a la cultura.

En relación con el mundo del trabajo, el Papa León XIII planteó la cuestión obrera, el Papa Pablo VI la “mundializó” y el Papa Juan Pablo II destacó los aspectos morales
del desarrollo. El trabajo es un componente de la dignidad de la persona. El hombre es el sujeto del trabajo, la solidaridad es uno de los principios básicos de la convivencia y
mediante el trabajo el hombre participa en la obra del Creador.

Se reconoce al trabajo como derecho fundamental y además con los siguientes derechos: a una retribución digna, a las prestaciones sociales, al descanso, a la
sindicación, a la huelga y a facilitar el cumplimiento de los deberes religiosos.

En el próximo artículo terminaremos de exponer el contenido de la Doctrina Social de la Iglesia, como programa social y económico del humanismo cristiano.

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