Humanismo cristiano y la Doctrina Social de la Iglesia (IX y 2)

Humanismo cristiano y la Doctrina Social de la Iglesia (IX y 2).

En nuestro artículo anterior hemos examinado la primera parte de la Doctrina Social de la Iglesia (DSI), referidos a la persona y al trabajo. En este, como habíamos anunciado, completaremos aquel aludiendo a otros aspectos.

San Juan Pablo II formuló la DSI en su Encíclica “Censtesimus Annus”, que conmemoraba los 100 años de la “Rerum Novarum” del Papa León XIII, en lo que se refiere al sistema económico, de la siguiente manera:

“Si por «capitalismo» se entiende un sistema económico que reconoce el papel fundamental y positivo de la empresa, del mercado, de la propiedad privada y de la consiguiente responsabilidad para con los medios de producción, de la libre creatividad humana en el sector de la economía, la respuesta ciertamente es positiva, aunque quizá sería más apropiado hablar de «economía de empresa», «economía de mercado», o simplemente de «economía libre».

Ya hemos comentado en los artículos publicado los días 6 y 20 de enero de este año este texto, cuya claridad es inmejorable: dar preferencia al sistema de economía de mercado (no al capitalismo salvaje), frente al sistema de economía planificada propio de los países comunistas.

Y se manifiesta en la continuidad del párrafo anterior cuando dice que:

“Pero si por «capitalismo» se entiende un sistema en el cual la libertad, en el ámbito económico, no está encuadrada en un sólido contexto jurídico que la ponga al servicio de la libertad humana integral y la considere como una particular dimensión de la misma, cuyo centro es ético y religioso, entonces la respuesta es absolutamente negativa”.

Por lo que se refiere a la propiedad privada, la posición de la DSI es clara: tiene un carácter natural; es fundamental para la autonomía y desarrollo de la persona; es un derecho limitado, por su propia naturaleza; y el uso de los bienes está subordinado al destino común.

Pero la más importante aportación de la DSI a la propiedad es el reconocimiento de modernas formas de propiedad, distintas de la propiedad de la tierra. Se trata de la propiedad del conocimiento, de la técnica y del saber. A ello podría añadirse la Inteligencia Artificial. Este tipo de propiedad, mucho más que los recursos industriales, son el fundamento de la riqueza de las naciones industrializadas.

Para la DSI, lo que caracteriza el tiempo presente es el hombre. Pero ese tiempo debe valorarse teniendo en cuenta los riesgos y problemas del sistema de las economías avanzadas: demanda de calidad, consumismo, drogas, estilo de vida, ecología humana, alienación, etc.

Pero la DSI señala que sobre toda propiedad privada pesa siempre una hipoteca social para que los bienes sirvan al destino general que Dios les ha dado. La hipoteca social implica que el propietario de los bienes de la tierra, adquiridos mediante su trabajo, están, no obstante, afectos a una garantía (la garantía hipotecaria) de manera que su titular no puede abusar de dichos bienes porque están sujetos a la hipoteca social.

El próximo artículo versará sobre las condiciones del humanista cristiano, que son sus virtudes.

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