San Juan Pablo II, humanista. Publicado en “La Tribuna de Toledo” el 17.5.20
El próximo día 20 de mayo se cumplen 100 años del nacimiento de este Papa. El humanismo cristiano no es solo teoría porque, además, ha habido hombres que encarnan sus valores e ideales como Santo Tomas Moro, Juan Luis Vives, Jacques Maritain, Cruz Martínez Esteruelas, Marcelo González.
Y entre todos ellos destaca S. Juan Pablo II. Pocas lecturas han resaltado su condición de humanista, tanto por su pensamiento reflejado en los documentos papales, como por su pensamiento antes de ser nombrado Papa. Veamos sus requisitos.
- Investidura cultural. Wojtyla fue un hombre culto. Como Papa tuvo un conocimiento profundo de las personas, de las ideas y de los acontecimientos de su tiempo. Pero antes, fue profesor de ética y filosofía (que significa “amor a la sabiduría”). Dos tesis doctorales, en teología sobre San Juan de la Cruz, indagó en el misticismo; y en filosofía, la posible aplicación de la fenomenología de Max Scheller a la ética cristiana, que le habilitó para dar clases en la Universidad de Lublin (1953-1957).
Fue un hombre culto, no solo por ser filósofo, sino porque defendió que es la cultura y no el poder político, el económico, o el poder material, la fuerza que dinamiza y constituye la historia de los pueblos, que no es la sus Reyes, ni la de sus guerras, victorias o conquistas, sino la de su cultura. Y mientras la cultura de un pueblo esté viva, este también seguirá vivo.
- Defensa y verdad de la persona. Para Wojtyla, dignidad, libertad y verdad son los tres ejes del hombre a su paso por el mundo, como explicó en la Encíclica “Fides et Ratio”. Si el hombre ha sido creado por Dios, es algo digno, pues Dios no puede crear nada que no lo fuera. La esencia de la dignidad es la libertad. Dios da libertad al hombre para aceptarle o rechazarle. Y si lo acepta, el hombre con su razón y su fe, buscará la verdad. La lucha de Karol Wojtyla por la dignidad de la persona implicaba la lucha contra el comunismo (encarnación de la mentira) y la lucha contra el pragmatismo, el utilitarismo, el hedonismo, el laicismo, el relativismo y hasta el islamismo radical (los males de nuestro tiempo).
- La defensa de los derechos humanos. Fue el referente de su defensa en el siglo XX. Lo hizo en multitud de intervenciones, especialmente las que se producían en ambientes hostiles. El decisivo papel que jugó en la caída del comunismo, le confirió una autoridad moral (añadida a la suya propia) para defender ante el mundo la universalidad de los derechos humanos, que estaban siendo despreciados por las corrientes posmodernas, los nuevos progresistas, los islamistas, los autócratas de países asiático-orientales, los restos del comunismo o la dictadura de algunos medios de comunicación.
- Sentido de la familia y la amistad. Cualidades básicas de los humanistas. Karol Wojtyla careció de familia desde los 21 años en que muere su padre. Esta falta temprana de calor familiar lo compensó desarrollando un excepcional sentido de la amistad. Los amigos de Karol Wojtyla lo fueron durante toda la vida, y los mantuvo durante el pontificado. Fue un privilegiado porque no tuvo necesidad de hacer “amigos desde el poder”.
- El martirio. El martirio como la cualidad de algunos humanistas, como Tomás Moro, es aplicable a Karol Wojtyla. El atentado que sufrió en 1981 le habría hecho mártir si hubiera fallecido. No fue así, pero le dejo secuelas toda su vida y acentuó los efectos de su enfermedad en los últimos años. Y cuando algunos plantearon la conveniencia de que renunciara, respondió: “Ah! si Cristo hubiera podido bajarse de la cruz”.
Cumplió con suficiencia estas cinco condiciones. Fue el gran humanista del siglo XX.