11ª CARTA: SANTO TOMÁS MORO, PRIMER HUMANISTA

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11ª CARTA: SANTO TOMÁS MORO, PRIMER HUMANISTA

En la 5ª carta te anunciaba que haríamos referencias explícitas a alguno de los humanistas que en ella mencionábamos. Vamos a comenzar en esta con Tomás Moro, declarado por el Papa Juan Pablo II patrono de los gobernantes y de los políticos y que da nombre a nuestra Fundación.

¿Por qué elegimos a Tomás Moro? ¿Tiene algo que decir Tomás Moro al político de nuestro tiempo? Sí, y mucho. Veámoslo a través de sus rasgos más característicos.

– La investidura intelectual. Tomás Moro fue, ante todo, un hombre culto, como lo eran los humanistas de su tiempo, y con una cultura universal que abarcaba casi todas las áreas del saber. Desgraciadamente, y salvo honrosas excepciones, el político de nuestro tiempo, no está adornado de esta cualidad.

– El humanismo. Tomás Moro defendía un humanismo caracterizado por la preocupación por el hombre integral y por su alma trascendente, por el sentido de la amistad, por el profundo conocimiento del legado greco-romano, por su permanente deseo de ser mejor, y por el cultivo de las virtudes tanto humanas como sobrenaturales.

– La utopía. Tomás Moro utilizó esta técnica para describir una organización social y política ideal, fruto de su imaginación, que tenía visos de irrealizable pero que contenía una crítica de la situación existente en su época. Ser utópico no es soñar lo imposible o lo inasequible, sino soñar lo que es difícil. Por primera vez en la historia del pensamiento se aborda el tema de la igualdad.

– Competencia profesional. Como jurista, parlamentario (“speaker” en la Cámara de los Comunes), decano universitario, embajador y Canciller de Inglaterra (primer ministro), Tomás Moro demostró su preparación y competencia profesional. No se puede decir lo mismo de un gran número de nuestros gobernantes.

– Sentido de la familia. Consta que Tomás Moro en sus dos matrimonios fue un marido y un padre excepcionalmente afectuoso y preocupado por los estudios de humanidades de su mujer e hijos. Las “Cartas desde la Torre” a su hija Maggie lo acreditan. El político de nuestros días apenas tiene tiempo para dedicar a la familia.

– Sentido de la amistad. La consideraba como una rara felicidad que resistía los vientos contrarios de la fortuna, como un regalo noble y augusto que procede de la benevolencia de Dios. Mantuvo relaciones de amistad con los protagonistas de la cultura del Renacimiento, especialmente con Erasmo de Rotterdam. ¿Qué decir en nuestros días de la “enemistad” política y de los amigos que se hacen desde el poder?

– Sentido de la lealtad. Finalmente, Tomás Moro cultivo esta virtud respecto de la fe cristiana hasta el punto de llevarlo al martirio. Pero además fue leal a la Corona que sirvió, lo que no le impidió mantener su posición contraria al Rey Enrique VIII, sabiendo que ello le llevaría a caer en desgracia y a la muerte. En nuestros tiempos uno de los mayores problemas que tienen los líderes políticos es que quienes les rodean e influyen en sus decisiones, no suelen decir lo que piensan sino lo que al líder le gustaría escuchar. Después está el problema de la lealtad, que incluye la de los líderes con los que les han servido.

A todo ello debe añadirse la obra que nos dejó escrita, y que, entre otros, está compuesta por: “Diálogos de Luciano”, “Vida de Pícollo de la Mirandola”, “Historia de Ricardo III”, “Los novísimos”, “Réplica a Martín Lutero”, “Diálogo a cerca de las herejías”, “Apología”, “Diálogo del consuelo y la tribulación”, “Tratado sobre la pasión de Cristo”, “Utopía”, y “Cartas desde la Torre”.

Las cualidades que hemos destacado de Tomás Moro, justifican plenamente que le consideremos el primero de los humanistas. Pero ¿por qué patrono de los gobernantes y de los políticos, cuando se diferencia tanto de ellos?

El Papa Juan Pablo II lo decidió así, a petición de Jefes de Estado y de Gobierno, Conferencias Episcopales, Obispos, numerosas instituciones de diversa orientación política, cultural o religiosa, porque de la figura de Tomás Moro emana un mensaje de inalienable dignidad de la conciencia, de primacía de la verdad sobre el poder, de coherencia moral y de una política que tenga como fin el servicio a la persona.

Tomás Moro enseñó que el gobierno es, antes que nada, ejercicio de virtudes, y desde este imperativo moral gestionó las controversias sociales, tuteló y defendió con gran empaño a la familia, promovió al educación integral de la juventud, y mantuvo un profundo desprendimiento de honores y riquezas, una humildad serena y jovial, un equilibrado conocimiento de la naturaleza humana, el buen humor y la ironía, y una seguridad en sus juicios y convicciones basado en la fe.

Tomás Moro ilustró con claridad una verdadera ética política, defendiendo a la Iglesia de las indebidas injerencias del Estado, y dando primacía a la libertad de conciencia de la persona frente al poder público.

No cabe duda, querido amigo, que Tomás Moro sigue siendo un ejemplo a seguir y que está plenamente justificada su proclamación como Patrono de los gobernantes y los políticos, como un ideal que estos debieran imitar. Pero no en el martirio, ello sería pedir demasiado.

Recibe un cordial saludo.

Fernando Díez Moreno
Vicepresidente de la Fundación Tomás Moro
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