67ª CARTA: EN LA PROCLAMACIÓN DE FELIPE VI
Querido amigo:
Rompo la norma que me había impuesto de no dejarme influir por los acontecimientos a la hora de seleccionar el contenido y la programación de estas cartas. Pero es que la proclamación de un Rey de España no es un acontecimiento cualquiera.
Por descontado que no voy a hacer una valoración de la abdicación del Rey anterior, ni de los actos y trámites parlamentarios que se han sucedido desde su anuncio. Mi intención es aplicar la perspectiva del humanismo a estos sucesos,
Y de entre todas las ideas, propósitos y objetivos que se ha impuesto el nuevo Monarca quiero fijarme solamente en uno, porque resumen y sintetiza todos ellos: la ejemplaridad. La mencionó el nuevo Rey en su discurso ante las Cortes Generales. El texto literal fue así: “Hoy más que nunca los ciudadanos demandan, con toda razón, que los principios morales y éticos inspiren, y le ejemplaridad presida, nuestra vida pública”.
En las cartas 34ª, 35ª y 36ª te he hablado de la condición del gobernante, de su pasión por el poder, de su honestidad, de su integridad y de la esclavitud de la propia imagen. Además te añadía que no hay honestidad en la política sin políticos honestos.
En esta carta te digo que la ejemplaridad es el principal principio moral y ético y la virtud más importante para salir de la crisis moral que nos azota. Lee las reflexiones del filósofo Javier Gomá.
La ejemplaridad no solo afecta a los políticos. Los ciudadanos en general se fijan también en nuestros grandes deportistas, artistas, cantantes, hombres y mujeres de la prensa rosa. Aquí el escándalo, es decir, la falta de ejemplaridad, está a la orden del día: los ingresos millonarios, los desarreglos familiares, la falta de un mínimo mensaje a la juventud del esfuerzo que cuesta llegar, el lujo y despilfarro, etc., etc.
Pero la ejemplaridad le es exigible, especialmente, al hombre público. Por ello hemos de felicitarnos de que el nuevo Rey Felipe VI considere que los ciudadanos demandan que la ejemplaridad presida nuestra vida pública. Y desde la perspectiva humanista hay que ir más allá: la ejemplaridad debe presidir no solo la vida pública del gobernante, sino además su vida privada.
Si pudiesen sintetizarse los principios morales y éticos que deben presidir la vida pública, seleccionaría la virtud de la honestidad. El político honesto tiene una pasión sana por el poder, rechaza la corrupción, tiene conciencia de los límites de la propia imagen y es íntegro. Pero no se puede ser honesto en la vida pública si no se es también en la vida privada. Hay quien disocia y “respeta” la vida privada de los políticos, y la dejan fuera de la “plaza pública”.
El humanismo no está de acuerdo con esta disociación. Y siendo la ejemplaridad el núcleo básico de la honestidad, hay que concluir que no se puede ser ejemplar en la vida pública, sin serlo también en la privada, por lo que debe presidir una y otra.
Por otra parte, querido amigo, vemos en el nuevo Rey ciertos rasgos que le acercan al perfil del hombre humanista tal como lo expusimos en la 11ª carta sobre Tomás Moro. Así, es un hombre culto (carrera universitaria, carreras militares, postgrados en el extranjero, y hasta hace pocos años ha tenido el privilegio de una preceptora como Carmen Iglesias, que, entre otras cosas, le ha inculcado el amor a los libros y a la historia). Está preparado profesionalmente para la tarea que le espera. Es un hombre leal, amante de la familia y de los amigos. Y, sobre todo, es un hombre utópico, porque ello no significa soñar con lo imposible, sino con lo difícil.
Tomás Moro enseñó que el gobierno es, antes que nada, ejercicio de virtudes, y desde este imperativo moral gestionó las controversias sociales, tuteló y defendió con gran empeño a la familia, promovió la educación integral de la juventud, y mantuvo un profundo desprendimiento de honores y riquezas, una humildad serena y jovial, un equilibrado conocimiento de la naturaleza humana, el buen humor y la ironía, y una seguridad en sus juicios y convicciones basada en la fe.
Ejemplaridad pública y privada y virtudes humanistas son dos ejes en que debiera apoyarse el reinado del nuevo Rey.
Recibe un cordial abrazo de
En el Manual de la “Nueva gramática de la lengua española” publicado por la Real Academia Española, (pag. 25, Madrid, 2010), se dice que en el lenguaje político, administrativo y periodístico se percibe una tendencia a construir series coordinadas constituidas por sustantivos de personas que manifiestan los dos géneros (amigos/amigas, diputados/diputadas, alumnos/alumnas), el circunloquio es innecesario puesto que el empleo del género no marcado (masculino) es suficientemente explícito para abarcar a los individuos de uno y otro sexo.
Fernando Díez Moreno
Vicepresidente de la Fundación Tomás Moro