La familia es una de las instituciones que, desde hace tiempo, vienen siendo más atacadas, por lo que se hace preciso defenderla.
¿Qué es la familia para el humanismo? Recordémoslo: es una comunidad humana fundada en el amor, entendido este como ‘entrega recíproca’ de sus miembros, como lucha continuada por la existencia, como propósito inagotable de vida, como escuela de austeridad y sencillez, como objetivo al alcance de cualquiera y no solo de los espíritus cultos; es una comunidad humana que hace frente a un reto moral continuado en el que se sobrepone el ideal de convivencia amorosa a la función de unidad de consumo; desempeña funciones irremplazables de reproducción de la especie humana y de educación que no pueden separarse humanamente; en ella se recibe la formación básica en orden a los comportamientos personales y sociales y a los sentimientos, también de manera insustituible, mediante las relaciones de amor y de intimidad; es la primera escuela de ciertas virtudes de trascendencia social y política, tales como la tolerancia recíproca, la transigencia, el respeto humano, la capacidad de sacrificio y de renuncia, la solidaridad y las creencias y convicciones básicas; demanda, ante todo, estabilidad para el cumplimiento de sus funciones de manera más efectiva; es, en términos tanto morales como humanos, una hazaña de la libertad que implica, en consecuencia, una responsabilidad muy importante; y es, para cada uno de sus miembros, un proceso continuado de búsqueda y realización de la propia identidad personal.
Para el humanismo cristiano, además, la familia es la primera y vital célula de la sociedad; el fundamento y alimento continuo de servicio a la vida; desempeña funciones complementarias con las de la sociedad; es escuela de socialidad, como órgano intermedio entre la persona y la comunidad; reclama la atención de los poderes públicos y un Derecho propio (como por ejemplo, la ‘Carta de los Derechos de la Familia’), el respeto de la sociedad, de los medios de comunicación y del Estado; y reclama también ayudas para afrontar sus necesidades (familias numerosas) y sus responsabilidades.
La familia sufre en nuestros días una crisis profunda en su interior, y es objeto de ataques programados desde el exterior. Se llega a decir que hay varios modelos de familia, y que el modelo tradicional, el modelo que todos conocemos, está completamente superado en nuestros días.
Debo anticipar que, en mi opinión, hay un solo modelo de familia. Y lo que se llaman modelos alternativos, o como se les quiera llamar, no son sino sucedáneos de mala calidad, es decir, son otra cosa, que nada tiene que ver con la familia, aunque pretendan usurpar el nombre para aprovecharse de su prestigio.
En el próximo artículo concretaré los datos por los que creo que hay que defender a la familia en España. Vaya por delante una simple reflexión: ¡qué habría ocurrido durante la pandemia del Covid-19 sin la familia!