Política y humanismo. Principios morales y éticos

En el reciente mensaje que S.M. El Rey dirigió a los españoles el día 24 de diciembre a través de las cadenas y emisoras de radio y TV, dijo, entre otras muchas cosas, y textualmente: “Ya en 2014, en mi Proclamación ante las Cortes Generales, me referí a los principios morales y éticos que los ciudadanos reclaman de nuestras conductas”. Y añadió: “Se trata de unos principios que nos obligan a todos sin excepción, y que están por encima de cualquier consideración de  la naturaleza que sea, incluso las personales o familiares”.

Todos los comentaristas, sin excepción alguna, interpretaron estas palabras como una referencia a la situación de su padre, el Rey Emérito Juan Carlos I. Pero lo que  a mí me llamó la atención fue que, al día siguiente, la “progresía” y los muchos medios de comunicación que la apoyan (no gratis, ciertamente), al referirse a estos párrafos, y también sin excepción, mencionaban solamente los principios éticos, omitiendo, ocultando y negando los principios morales. Incluso cuando la cita se hacía entre comillas.

¿Qué ocurre? ¿Es que los principios morales no obligan a todos sin excepción? ¿Es que los principios morales no están por encima de cualquier consideración, incluidas las personales o familiares? Desde luego no se trata de una omisión involuntaria, sino todo lo contrario. A la progresía todo lo que suene a moral le pone de los nervios. Es innecesario decir que la omisión u ocultación de la referencia a los principios o valores morales, es una manifestación más del laicismo militante de nuestros gobernantes, que entienden que lo “moral” tiene que ver con la Religión y, por ello, debe ser relegado a la vida privada. Se dice que la izquierda no tiene moral sino que tiene ética. Yo estoy seguro de lo primero y albergo muchas dudas de lo segundo.

Ante esta ocultación, que supone una mutilación del mensaje del Rey, se impone concretar cuáles sean esos principios o valores morales que la progresía omite, oculta o niega. Debe tenerse en cuenta, inicialmente, que no solo hay principios o valores morales o éticos, los hay también universales, humanos, culturales, sociales, familiares, cívicos, empresariales, profesionales, entre otras categorías. Más aún, hay principios o valores que pueden encuadrarse perfectamente en dos o más de tales categorías.

Además debemos afirmar que no estamos hablando de principios constitucionales, democráticos o políticos. Los principios morales son permanentes y no dependen de las circunstancias de cada país o de cada momento. Sobre estas bases podemos decir que los principios morales son los que ostenta una persona y que le permiten distinguir y optar por lo bueno o lo malo, por lo justo o lo injusto, por lo correcto o lo incorrecto. Veamos algunos ejemplos, que son también valores para el humanismo cristiano.

La caridad. Ahora se le llama solidaridad, lo cual no deja de ser una manipulación del lenguaje (todo es solidario: las carreras, los rastrillos, las comidas, los sorteos). Pero todo ello es manifestación del amor al prójimo, como segundo de los Mandamientos de la Ley de Dios.

La ejemplaridad. Fue citada expresamente por el Rey. El filósofo-jurista Javier Gomá ha escrito una trilogía de libros sobre el tema. Si todos los hombres públicos (no solo los políticos) fuesen ejemplares, nuestra juventud sería distinta y mejor.

La honestidad. No significa solamente no robar, también Mandamiento de la Ley de Dios, sino no abusar de los medios personales y materiales que se ponen a disposición de los políticos para cumplir sus funciones, como pueden ser los aviones o las residencias de Estado.

Hay otros muchos valores o principios morales que la limitación de espacio nos impide comentar. Así: que el fin no justifica los medios, la compasión, la humildad, la paciencia, la tolerancia, el perdón, el respeto a las creencias religiosas de los demás, el sacrificio. Y, si se quiere, de las ocho Bienaventuranzas se pueden sacar otros tantos principios o valores morales.

Ten la seguridad, amable lector, de que quienes omiten deliberadamente la mención de los principio morales del mensaje del Rey, y solo hablan de principios éticos, lo hacen con la convicción de que tales principios son aplicables al comportamiento de los demás, pero no de sí mismos.

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