Política y humanismo. Las “fiestas” de Navidad
En los tiempos de paganismo y laicismo que vivimos hemos confundido el significado verdadero y profundo de la Navidad. Hasta tal punto que desde instancias oficiales se desea a los ciudadanos “felices fiestas” pero se omite, deliberadamente, el motivo: la Navidad. Hubo incluso un político (por llamarlo así con generosidad) de Andalucía que propuso sustituir la Navidad por “fiestas del solsticio de invierno”, lo que provocó no pocas ironías, entre ellas, que la canción “vuelve a casa por Navidad” sería difícilmente ejecutable si hubiera que decir “vuelve a casa por el solsticio de invierno”.
Pero es lo cierto que para gran número de personas estas fechas significan compras compulsivas, comidas o comilonas o cenas familiares o de empresa, vacaciones, viajes, reuniones, iluminación laica de las ciudades, cabalgatas laicas, regalos y tantas otras cosas. Todo menos lo que de verdad significa la Navidad: el nacimiento del Hijo de Dios, esto es, la Encarnación y el comienzo de la Redención del hombre.
La Navidad de este año 2020 viene marcada por la pandemia del Covid-19 y todo el mundo acepta que no serán iguales a las de otros años. Sin embargo, el coronavirus no ha cambiado el significado profundo de la Navidad. Sigue siendo el mismo. El covid-19 ha cambiado muchas cosas pero no ha podido con este significado, por mucho que haya cambiado “las fiestas”. Tal vez se nos presente la oportunidad de recuperar el verdadero significado de la Navidad y saber distinguir una de otras.
Para ello no hay nada mejor que acudir a las fuentes seguras. La Navidad no es un mero cumpleaños o recordatorio de un aniversario. Supone, entre otras cosas, que el Hijo de Dios se encarna, se hace hombre, o dicho de otra manera, se hace real la presencia de Jesús entre nosotros los hombres. Ello permite, entre otras consecuencias, la Eucaristía, como puente entre el misterio del tiempo y el misterio de la eternidad. Así, el tiempo que no podremos dedicar a “las fiestas” nos puede permitir meditar que la Navidad es el inicio del año litúrgico que nos llevará a la Pasión y a la Resurrección.
San Juan Pablo II (no se olvide que es el gran humanista del siglo XX) en la Navidad del primer año de su Pontificado (1978) dijo que la Navidad irradia a todos y que hasta en los peores años ha traído siempre algún rayo de luz. Cita el Evangelio de Lucas (2,16,20) para recordar que los pastores “encontraron a María, José y el Niño”. Encontrar significa búsqueda. El hombre es un ser que busca a Dios por varios senderos. Unos son sencillos y próximos; otros, difíciles y complejos. Algunos hombres describen la búsqueda de Dios como el camino de su propia vida. Incluso después de haber encontrado a Dios el hombre sigue buscando. Esta es la verdad del hombre, que se puede falsear pero no destruir.
¿Cómo nació Jesús? ¿Por qué ha venido? La respuesta a estos interrogantes es que ha nacido en Navidad para que lo “encuentren” los hombres, como lo encontraron los pastores, y para revelar toda la dignidad de la búsqueda de Dios, que es la necesidad más profunda del alma humana. Todo lo anterior es humanismo en estado puro.