¿Un nuevo orden mundial? (I)

¿Un nuevo orden mundial? (I) (48).

Cuando en 1989 cayó el muro de Berlín, y en 1992 se desintegró la URSS, el comunismo desapareció del mundo. Bueno, salvo tres excepciones: la Corea del Norte de Kin Jong-Un, la Cuba de los hermanos Castro, y… la Facultad de Ciencias Políticas de la Universidad Complutense de Madrid (la Facultad de Podemos). Desapareció del mundo, incluida China, cuya economía, aunque dirigida, se parece cada vez más a las de economía de mercado.

Se acabó la guerra fría. Y se formularon todo tipo de teorías sobre el “fin de la historia” (que dio título a un libro de Francis Fukuyama). Según tales teorías, una vez desaparecida una de las potencias en conflicto, la URSS, y siendo el vencedor los Estados Unidos de América, el mundo se encaminaba hacia un panorama en el que los valores de la democracia y el estado de derecho se irían progresivamente imponiendo. Estábamos ante un nuevo orden mundial.

Poco después, Samuel Huntington, formuló su tesis del “choque de civilizaciones”, en la que sostuvo que el enfrentamiento de la guerra fría sería sustituido por el enfrentamiento entre la civilización occidental y la civilización islámica.

Pero transcurridos treinta  años de aquellos acontecimientos, las teorías sobre el nuevo orden mundial se han demostrado incorrectas. El comunismo no ha desaparecido sino que ha mutado, como los virus. Ha tomado nota de que los sistemas de democracia y de libertad proporcionan a los ciudadanos un mayor nivel de vida y ha decidido integrarse en él. Y como son maestros en la manipulación del lenguaje, ya no aspiran a la dictadura del proletariado como paso previo a la conquista del Estado, a la lucha contra la burguesía y a la desaparición de las clases sociales. Ahora se han señalado otros objetivos dentro del sistema: la liberación y la igualdad.

Por liberación se entiende la total desvinculación de compromisos, tradiciones, costumbres u obligaciones que vengan del pasado o de la historia. Por igualdad se entiende, no la lucha contra las desigualdades injustas o discriminatorias, o la lucha por la igualdad de oportunidades, especialmente en el campo de la enseñanza, sino la lucha contra cualquier diferencia entre los hombres, vengan de donde vengan, y aunque procedan del esfuerzo, del sacrificio, de la entrega o de las diferencias que impone la naturaleza humana.

Ha surgido así un nuevo comunismo en la que se ven incluidos, como compañeros de viaje: comunistas y socialistas que no han terminado de comprender ni aceptar que el “muro” ya ha caído; el feminismo radical; algunas corrientes ecológicas; los antisistema; los partidarios de la ideología de género; los defensores de las leyes LGTBI; entre otros.

Los objetivos de este nuevo comunismo son: una revolución familiar, moral y sexual; la permisividad en la educación (educación para la ciudadanía); la igualdad de sexos; el hostigamiento a la familia (los llamados “nuevos modelos de familia”, las parejas de hecho, los matrimonios gay, las “familias” monoparentales); el pacifismo (buenismo); la ecología, entendida como ideología; el multiculturalismo (alianza de civilizaciones); y otros similares.

Pero si hay algún elemento que sea común a todas estas corrientes y objetivos, es el odio a la Iglesia Católica y a lo que representa y defiende. La “libertad de expresar” la transforman en “libertad de odiar”. (Continuará)

 

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