19ª CARTA: CRUZ MARTÍNEZ ESTERUELAS

19ª CARTA: CRUZ MARTÍNEZ ESTERUELAS

Querido amigo:

Aunque tenía prevista la semblanza de Cruz Martínez Esteruelas en la segunda parte de estas cartas, voy a anticiparla por una razón de justicia: él fue el fundador de esta institución, dedicada a la difusión de los ideales y valores de humanismo cristiano, y es el prototipo de los humanistas del siglo XX, frente a los que piensan que en un siglo laicista y materialista, como fue, no era posible la aparición de estas figuras.

En la página web de la Fundación Tomás Moro tendrás, en breves fechas,  a tu alcance, si quieres consultarla, una amplia semblanza intelectual y la referencia a sus Obras Completas, felizmente recopiladas por la Fundación. A pesar del título, no se recogen en sus cuatro tomos todo lo que podría considerarse como su herencia intelectual. Así no se recogen los numerosos escritos e informes jurídicos que elaboró como Letrado de las Cortes, o como Abogado del Estado ante el Tribunal Supremo, o como Abogado en ejercicio libre de la profesión. Y tampoco sus múltiples intervenciones como Procurador en Cortes, recogidas en los correspondientes Diarios de Sesiones.

Pero a los efectos que interesan a esta carta, sus Obras Completas reúnen el conjunto de ensayos, libros, conferencias y artículos cuya ordenación y sistematización fue posible porque, no obstante la variedad y disparidad de los temas, tenían un hilo conductor que los unifica, y es el humanismo cristiano. Juan Velarde le calificó como uno de los pensadores políticos más brillantes que ha existido en España en la última mitad del siglo XX. [1]

No quiero ocultarte que gran parte de las ideas que te expongo a lo largo de estas cartas, están inspiradas en su doctrina y pensamiento, o son una adaptación al tiempo presente, o una mera transcripción literal.

Cruz Martínez Esteruelas y Tomás Moro fueron vidas paralelas en muchos aspectos. Utilizando los criterios para detectar a un humanista que utilizamos en este último (carta 11ª), veamos cómo se repiten en aquel.

– La investidura cultural. Puede que los haya, pero yo no he conocido, en su tiempo, hombre más culto que Martínez Esteruelas. Dominaba el derecho, la historia, el pensamiento político, la filosofía, la música, el cine, las bellas artes, la geografía, la naturaleza y la teología. Su inquietud por conocer la verdad, por llegar al fondo de las cosas, era permanente. Fue un apasionado de la lectura desde niño, y cultivó esa pasión hasta el final. En cierta ocasión le expuso a un Jefe del Estado Mayor de la Defensa como debía, en su opinión, organizarse las Fuerzas Armadas en España: sus misiones, su organización territorial, marítima y aérea, el número de efectivos necesarios, el escalafón de oficiales y los criterios de ascenso, entre otros muchos temas.

– El humanismo. Defendía un humanismo caracterizado por la preocupación por el hombre integral, por su alma trascendente, y por el sentido de la amistad, basado en un conocimiento profundo del legado greco-romano, del renacimiento, del siglo XVIII y de la edad contemporánea. Sus Obras Completas son un testimonio irrefutable.

– La utopía. Cruz fue ante todo un utópico. Sus sueños y proyectos iban siempre muy por delante de las posibilidades reales de llevarlos a la práctica. Soñó con una España imposible en los tiempos que le tocó vivir. Creaba en sus sueños de manera permanente. Era un torrente de ideas. Jamás  conocí a un hombre mejor dotado para aunar creación de pensamiento y capacidad de organización y de ejecución. Soñaba con unos niveles de entrega y de amistad, que los demás apenas podíamos seguir. No pudo realizar muchas de sus utopías porque careció de medios y de quien le ayudara a ponerlas en práctica.

– Competencia profesional. Como preparador de opositores al Cuerpo de Abogados del Estado (fueron muchos los que se beneficiaron de su maestría), como profesor de la Universidad San Pablo-CEU, como Abogado en ejercicio libre, como Letrado de la Cortes, cuantos le conocieron atestigua su competencia. Y como profesional de la política valga cuanto se dice al trazar su semblanza intelectual.

– Virtud de la fe. La tuvo muy arraigada. Lo prueban sus “Memorias Inconclusas”[2]

– Libró ingentes expresiones de afecto a su familia. Ellos lo pueden decir, y también quienes estuvimos detrás de él.

– Superó a Tomás Moro en el sentido de la amistad, y  dejó innumerables amigos.

– No fue un mártir, pero en los últimos años de su vida sintió el “martirio” de su enfermedad, de su soledad y del alejamiento de tantos a los que había dado tanto. Su condición de hombre excepcional no le libró de los profundos sufrimientos físicos y espirituales con los que Dios, de manera inescrutable, suele señalar a los que elige.

Recibe un cordial abrazo.

 

[1] Velarde  Fuertes, Juan: “El testamento de Cruz Martínez Esteruelas”, Revista “Veintiuno”, primavera 2001, pags. 45 a 56.

[2] Obras Completas, Tomo I, pags.631 a 675.

Fernando Díez Moreno
Vicepresidente de la Fundación Tomás Moro

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