87ª CARTA: HUMANISMO Y JUVENTUD
Querido amigo:
La cuestión es ¿tiene algo que decir el humanismo a la juventud de nuestros días?
La respuesta ya la sabes: mucho. Lo que hasta ahora hemos dicho sobre el humanismo en las cartas anteriores, y lo que diremos en las siguientes, es también aplicable y puede ser dirigido a la juventud. De hecho no tendría que haber escrito una carta especial si no fuera porque conviene poner de manifiesto algunas consideraciones.
Ante todo, te prevengo sobre la manipulación tan frecuente como sutil que se produce con los jóvenes. Manipula a los jóvenes quienes les dicen que deben ser enemigos de las generaciones precedentes. Manipula a los jóvenes quienes falsean el mensaje y las verdades de la historia de una nación. También les manipulan quienes dicen ostentar el monopolio de lo que es nuevo y de lo que no vale por arcaico. Les manipulan quienes ofrecen paraísos, sin ofrecer, simultáneamente, sacrificios. Y finalmente, manipulan a los jóvenes quienes les ocultan el rostro de Dios.
Se dice que la juventud es impaciente, que no sabe esperar, y también de que carece de experiencia. Es cierto que la juventud es una etapa de “esperanza”, pero también lo es que esa etapa no es pasiva, sino que lleva consigo una dinámica en la que se conjuga el esfuerzo personal (los méritos), con la Providencia (voluntad de Dios). La espera sin esfuerzo es una trampa que acaba en el fracaso.
Pero es que, además, de la impaciencia puede salir la audacia, de la inexperiencia puede salir la inocencia y la bondad, del “ni caso” a la opinión ajena puede salir la virtud del criterio propio y opinión, y de la arrogancia puede salir la dignidad.
La juventud es por definición inquieta, lo que significa ganas de ser más, de hacer más, de saber más, de avanzar, de encontrar la plenitud personal. No dejes, querido amigo, que la inquietud muera antes que tu.
El reto de la juventud es saber integrarse en la sociedad en que vive. Y eso se consigue mediante el trabajo bien hecho (“una sola cosa te será contada y es tu obra bien hecha…”diceEugenio D´ors), mediante la entrega parcial del tiempo a tareas de bien común, mediante la lucha por adquirir poco a poco la madurez, mediante la lucha por adquirir una personalidad propia alejada cuanto más mejor de la mayoría y de la masa, y asumiendo como programa de vida el propuesto en el sermón de la montaña, también llamado de las bienaventuranzas.
Podría completarte la cita que te he hecho de E. D´ors con otra de A. Nebrija, que dice que “cada hombre nace para realizar una obra, para hacer una en concreto, y para hacerla con perfección”. Pero si te falta autoestima, si no te crees con misión alguna, si no te esfuerzas en descubrir tu misión propia y si eres negligente al realizarla, habrás incurrido en total indignidad.
También se dice que la juventud es rebelde e inconformista ante las injusticias y la pobreza del mundo y de la sociedad en que vive. Esto está bien y no es un problema. El problema es que se pretenda manipular esa rebeldía y ese inconformismo como instrumento para otros fines. Y el problema es que esa rebeldía e inconformismo no se sepan transformar en fuerza y entrega a servicios de bien común, aunque sean modestos.
Cuando te rebeles y sientas la impotencia de no poder evitar en pleno siglo XXI que mueran millones de niños de hambre, y cuando sientas el deseo de entregar tu vida para aliviar estos y otros problemas similares, piensa que los pueblos y las naciones solo se desarrollan cuando existe un clima de confianza en el que millones de personas toman millones de pequeñas decisiones de contenido económico, que sumadas llevan a ese desarrollo. Pero ese clima de confianza no se producirá si no hay libertad, leyes justas, control del Gobierno, en definitiva democracia. Por eso el mundo desarrollado coincide con el mundo democrático y no al contrario.
El humanismo pone ante los jóvenes, querido amigo joven que puedas leerme, el reto de transformar la indignación en trabajo, estudio y acción; el reto de saber esperar; el reto de asumir con realismo la situación existente para transformarla; el reto de no dejar de soñar en tus propias utopías; el reto de distinguir entre el bien y el mal, tanto en el plano social como en el moral. En definitiva, el reto de vivir.
Es lamentable que en España no exista una auténtica política de juventud, al margen del fomento del botellón y los conciertos de masas despersonalizadas.
En la próxima carta te hablaré de humanismo y cooperación al desarrollo.
Recibe un cordial abrazo de
En el Manual de la “Nueva gramática de la lengua española” publicado por la Real Academia Española, (pag. 25, Madrid, 2010), se dice que en el lenguaje político, administrativo y periodístico se percibe una tendencia a construir series coordinadas constituidas por sustantivos de personas que manifiestan los dos géneros (amigos/amigas, diputados/diputadas, alumnos/alumnas), el circunloquio es innecesario puesto que el empleo del género no marcado (masculino) es suficientemente explícito para abarcar a los individuos de uno y otro sexo.
Fernando Díez Moreno
Vicepresidente de la Fundación Tomás Moro