SOBRE DOS VALORACIONES CONTRAPUESTAS DEL HUMANISMO

Sostiene G. Reale que el término “humanismo” aparece en época reciente, siendo utilizado por vez primera por F.I. Nithammer para indicar el área cultural a la que se dedican los estudios clásicos, en contraposición al área cultural de las disciplinas científicas. Pero el término “humanista” nace a mediados del siglo XV para señalar a quienes cultivaban y ensañaban la gramática, la retórica, la poesía, la historia y la filosofía moral. Además, por esas fechas se habla ya de “studia humanitatis”, dándose una gran importancia a la antigüedad clásica latina y griega, como una especie de paradigma y punto de referencia en lo que se refiere a las actividades espirituales y a la cultura en general.

Para algunos, el humanismo señala el comienzo de un nuevo periodo en la historia del pensamiento y de la cultura. Sin embargo, existen dos interpretaciones sobre su importancia.

Para P.O. Kristeller, el humanismo tiene un mero significado técnico restringido a las disciplinas retóricoliterarias. Los humanistas del siglo XV han sido sobrevalorados, y no tuvieron la función renovadora del pensamiento filosófico que se les atribuye porque no fueron filósofos. Se trataba de un programa cultural y pedagógico que valoraba un sector importante de los estudios pero limitado a la literatura, y no a los estudios clásicos y a la filosofía. Así, los “studia humanitatis” incluyen la filosofía moral, pero no la lógica, la filosofía de la naturaleza, la metafísica, la matemática, la astronomía, la medicina, el derecho o la teología. Para este autor, el humanismo de esta época, no es sino la mitad del fenómeno renacentista, es decir, la mitad no filosófica, debiendo completarse con el aristotelismo, que se desarrolla en forma paralela.

La postura opuesta está representada por Eugenio Garin, para quien la condena del significado filosófico del humanismo se fundamenta en una imagen de la filosofía que el propio pensamiento del siglo XV rechazaba de manera constante. A la filosofía que subordina todos los problemas a la teología (“catedrales de ideas”), se opone, y es reemplazada, por investigaciones concretas y precisas en el ámbito de las ciencias morales (ética, política, economía, estética, lógica, retórica) y de las ciencias naturales. Lo que caracteriza al humanismo es valorar la cultura antigua en su auténtica dimensión, esto es, como el pensamiento de unos hombres de una cultura determinada y resultado de unas experiencias parciales y particulares, pero no como oráculos de Dios o de la naturaleza. Dicho de otra manera, la esencia del humanismo no es el conocimiento del pasado clásico, sino el modo en que lo conoció y la actitud que asume frente a la cultura del pasado, actitud que no es un mero movimiento de admiración ni en un mayor conocimiento, sino en una conciencia histórica bien definida: mirar al pasado con ojos nuevos de la historia

El humanismo así concebido no permite distinguir entre en descubrimiento del mundo antiguo y el descubrimiento del hombre, porque fueron una y la misma cosa. No por azar, muchos humanistas fueron hombres de Estado, activos, acostumbrados a actuar libremente en la vida pública de su tiempo. Por eso el primer humanismo fue una exaltación de la vida civil y de sus problemas, porque se ligaba a la libertad o a la falta de ella del momento. Y así, cuando desaparecen las libertades políticas los literatos se transforman en cortesanos e impulsan una filosofía de evasión.

En cualquier caso, el humanismo aportó un nuevo sentido del hombre y de sus problemas, que encuentras formas múltiples de expresarse en la pintura, en la escultura o en la poesía. Este nuevo sentido conduce a la consideración de la “dignidad” del hombre como la forma más extraordinaria en relación con los demás seres de la naturaleza.

P.O. Kristeller:

– La tradizione aristotelica nel rinascimento, Antenore, Pa­dua 1962;

– La tradizione clasica nel pensiero del rinascimento, La Nuova Italia, Florencia 1965;

– Otto pensatori del rinascimento, Ricciardi, Milán-Nápoles 1970;

– Concetti rinascimentali del/’uomo e altri saggi, La Nuova Italia, F10rencia 1978.

 

E. Garin:

– La cultura filosofica del rinasci¡nento italiano, Sansoni, Florencia 1961;

– Medioevo y renacimiento, Tau­rus, Madrid 1983;

– L’umanesimo italiano, Laterza, Bari 1981;

– Ciencia y vida civil en el renacimiento italiano, Taurus, Madrid 1982;

– La revolución cultural del renacimiento, Crítica, Barcelona 1984;

– L’educazione in Europa (/400-1600), Laterza, Bari 1976;

– Rinascite e rivolu­zioni. Movimenti culturali dal XIV al XVl/I secolo, Laterza, Bari   1976;

– El zodíaco de la vida, Edicions 62, Barcelona 1981;

 

E. Colomer:

– De la edad media al renacimiento, Herder, Barce­lona 1975 (presenta las figuras de Ramón Llull, Nicolás de Cusa y Pico de la Mirandola).

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