Humanismo y confrontación ideológica (y V). Respuesta a la ideología de género.
Al terminar de leer la carta anterior te preguntarías que es lo que se puede hacer frente a los “nuevos progresistas” y, especialmente, frente a la ideología de género.
Existen posiciones y actitudes que conviene recordar, ante todo, para que no tengas, amable lector, la sensación de que es una batalla pérdida.
Lo primero es no aceptar ni asumir su manipulación de las palabras. Sabes que en esa manipulación descansa, en buena parte, la expansión de las ideas, tanto en este como en otros campos, por ejemplo en materia de terrorismo. Ya te advertí como se pretende presentar lo que ellos llaman “logros” o “derechos” (aborto libre, matrimonio gay, etc) como conquistas de la modernidad o como nuevos derechos humanos. Y ¿quién se atreve a luchar contra los derechos humanos? Pues bien, ni son conquistas, sino retroceso a etapas del paganismo de hace veinte siglos, ni son derechos humanos por mucho que se empeñen.
Una manifestación más de la perversión del lenguaje es hablar de “nuevos modelos de familia” o “familia moderna” frente a la “familia tradicional”. Ten muy claro qué modelo de familia solamente hay uno y es el que todos hemos conocido siempre, y lo que quieren presentar como nuevo modelo, no es familia sino otro tipo de unión, ni el matrimonio gay es matrimonio, sino otro tipo de unión, otras formas de organización social que se apropian del nombre de la familia y de su prestigio para designar realidades completamente distintas.
Por eso, hay que estar atento al uso del lenguaje y de los términos que emplean, no utilizarlos, y oponerse a su utilización cada vez que se mencionen.
Una segunda actitud es la de mantenerse en las propias convicciones. La batalla la ganaremos nosotros. El hecho de que ellos tengan más presencia en los medios (que griten más) solo tiene ese significado: más presencia o más gritos. Pero la cuestión de fondo está de nuestra parte.
Un tercer objetivo sería el de la ejemplaridad pública. Si consiguiéramos que la mayoría de personas con presencia pública (políticos, deportistas, artistas, “famosos”) fueran ejemplares en su vida y en su comportamiento, tendríamos mucho terreno ganado. Es la tesis que sostiene Javier Gomá, como solución para empezar a salir de la crisis, aunque la llegada de esa salida sea a muy largo plazo. Ortega y Gasset defendía la existencia de unas “elites” cuyo pensamiento y directrices fueran seguidas por los ciudadanos, aunque estuviesen ajenos a las inquietudes de aquellos. Pero ello no podría lograrse si las elites no fueran también ejemplares. ¡Hay si todos los deportistas famosos fueran como Rafa Nadal!
Una cuarta trinchera sería la de la presencia de los cristianos en la vida pública y su testimonio.
Finalmente, está la esperanza. ¿En qué razones se basa nuestra esperanza? En razones bioéticas: el ser humano, o es inviolable en todas las etapas de su vida (seno materno, enfermedad, ancianidad), o no lo es en ninguna. En razones estadísticas: con la tasa actual de natalidad en España, en pocos años cada persona con trabajo tendrá que mantener a un pensionista y a un parado. En razones sociológicas: los llamados “nuevos modelos de familia” han provocado el aumento de las tasas de divorcio, del número de hijos extramatrimoniales, del número de abortos, de la delincuencia juvenil, del fracaso escolar, del consumo de drogas, y de la violencia doméstica. En razones morales: el modelo de familia único ha mostrado su superioridad respecto de llamado “nuevo modelo” que pretende llamarse familia sin serlo: en el bienestar emocional de los hijos, en los mejores resultados escolares, en su mejor salud, en menores probabilidades de drogadicción, alcoholismo o delincuencia.
En definitiva, una sociedad con creencias en valores éticos y convicciones morales es más deseable socialmente, tiene mejores padres y ciudadanos, tiene más hijos, tiene menos divorcios, comete menos delitos y es más generosa.
Por esta y otras razones, amable lector, hay que tener esperanza.