La clase media

La clase media. (35)

No participo de ese chascarrillo difundido en las redes de que “en España la clase obrera no tiene obras, la clase media no tiene medios y la clase alta no tiene clase”. Al contrario, creo que España tenía una potente clase media que, entre otras cosas, permitió una transición política pacífica.

Pero ¿qué es la clase media? Los sociólogos tienen la palabra. Desde mi sentido común es clase media todo aquel que trabaja por cuenta ajena o de manera autónoma y percibe una retribución, y quienes tienen coche, televisión, nevera y lavadora en su casa. Ello supone que la clase obrera ha desaparecido y sustituido por la clase pobre, la de las colas del hambre. La “cuestión obrera”, de la que se lleva hablando más de cien años, ha dejado paso a la “cuestión de la clase media”.

Nuestra clase media española comenzó con Franco, aunque les rechine a algunos, pero es de justicia histórica reconocer que el desarrollo económico en España produjo el surgimiento de la clase media tal como la hemos definido nosotros.

La importancia de la clase media en la comunidad de nuestro tiempo la tiene desde todas las perspectivas: política, fiscal, sociológica, religiosa, moral. Y también para el humanismo. Desde la perspectiva humanista, la clase media reclama, ante todo, un clima social basado en la justicia independiente y no inmune, la seguridad (saber a qué atenerse), un tratamiento no discriminatorio y la solidaridad con los más desfavorecidos.

Este clima humanista debería apoyarse en los siguientes pilares:

1). Un sistema fiscal progresivo de los impuestos directos, que debe prevalecer sobre los impuestos indirectos (IVA, gasolinas, etc). En síntesis, que pague más el que más tiene y menos el que más gastos tiene, por ejemplo, las familias numerosas.

2). Un sistema de prestaciones públicas y servicios sociales en materia de enseñanza, cultura, salud, educación, pensiones y vivienda que garanticen sus niveles básicos. He dicho “niveles básicos” y no “gratis total”. Así lo exige el Estado social (artículo 2 de nuestra Constitución). Cuestión distinta es el Estado del bienestar que entra en quiebra, precisamente, por su gratuidad.

3). Un sistema que propicie que sea la capacidad, la vocación y el esfuerzo de cada persona lo que determine la obtención de titulaciones académicas, o el acceso a los puestos de trabajo ofertados, al margen del origen o la condición social del candidato. Aquí entra en juego el principio de igualdad de oportunidades

4). Para quienes viven de un sueldo, es elemento esencial la inflación. La estabilidad de los precios afecta, sobre todo, a la clase media porque no pueden trasladar sus subidas, porque impide la virtud del ahorro y porque anula todo estímulo personal, empujando al escepticismo, a la desilusión y al “carpe diem”.

5). La clase media demandan sistemas justos de retribución del trabajo que permitan satisfacer las necesidades mínimas que imponen los tiempos que vivimos, y que no pueden quedar al albur de las leyes del mercado o de las negociaciones colectivas que terminan en igualaciones impersonales y, por ello, profundamente injustas.

6). Demanda también aquellas posibilidades que faciliten la integración del empleado en su lugar de trabajo, como es la participación en la información que permitan mejorar las actividades que lleva a cabo, o conocer el sentido y fin último del  trabajo que desarrolla. Dentro de la primera está la capacidad de iniciativa, y dentro de la segunda está el evitar la rutina y la inercia.

7). Es deseable un entorno social y político que permita al empleado, al funcionario o al autónomo el desarrollo personal de su trabajo, la realización de su vocación, la toma de conciencia del valor del trabajo que realiza, el sentido y la finalidad de su aportación personal y su significado en el conjunto o globalidad en el que se inserta.

8). La clase media exige a nuestros gobernantes una política integral basada en los puntos anteriores, entre otros. Su problema es que no está organizada. Si se organizase para la defensa de sus propios intereses sería mayoría en cualquier confrontación electoral.

Un país es más o menos sólido, más o menos desarrollado, con más o menos valores morales, con mejor o peor preparación profesional, con más o menos sentimientos nacionales, según sea más o menos su clase media. No tiene sentido que sean manipuladas o, peor aún, atacadas para hacerlas desaparecer.

F.D.M.

 

 

 

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